Los casinos en Mexicali

Por Yolanda Sánchez Ogás

Desde los primeros años de su fundación, en Mexicali se establecieron cantinas. Expectación Carrillo, uno de los pioneros de Mexicali estableció una fábrica de licores, que vendía en su tienda. El español Benigno Barreiro, radicado en Mexicali, en 1911 ya manejaba negocios de placer. Conforme en Estados Unidos crecía la fuerza de los grupos moralistas que pugnaban por la prohibición del uso de licor y casinos en aquel país, los capitales estadunidenses migraban hacia el sur de la frontera en busca de lugares donde establecer centros de diversión.

Muchos de ellos llegaron a Mexicali desde la segunda década del siglo XX. Para 1914, en Mexicali había 40 negocios de placer, donde se ofrecía música, mujeres, bebidas alcohólicas y juegos de azar. Estos negocios pertenecían principalmente a personas de Estados Unidos. Desde 1915, algunos orientales establecieron casinos chinos, exclusivos para personas de esa nacionalidad, donde además del juego se vendía opio.

Durante una de las recurrentes crisis del algodón, los empresarios chinos solicitaron al gobierno, autorización para permitir la entrada a filipinos. Aducían que muchos de sus connacionales habían abandonado el país, que tenían una reducida clientela y estaban a sufriendo perdidas. Solicitaban que les permitieran a trabajadores filipinos, acceder a sus casinos.

El recurrente abandono y falta de apoyo económico en que el gobierno federal tenía al Distrito Norte de Baja California obligaba a que los gobiernos de esta entidad dependieran para su sostenimiento, en buena medida, de los impuestos que generaban los lugares de placer.

Foto: Mediateca INAH

En el caso de Mexicali, las tierras pertenecían a la Colorado River Land Compañy y los escasos negocios eran también de estadunidenses. Los impuestos que se generaban, se aplicaban en la construcción de obras que tanto requería el Distrito, como el camino nacional, escuelas, palacio de gobierno y otras, realizadas en los demás municipios. 

En la década de los años veinte ya con la aplicación de la ley Volsted o ley seca en Estados Unidos, diversas organizaciones de mujeres que luchaban por la moralidad en aquel país presionaron al gobierno mexicano, para que prohibiera los centros de diversión a donde acudían los estadunidenses. Otra acción de los moralistas de Estados Unidos fue conseguir que la línea internacional se cerrara temporalmente a las nueve de la noche, para que los turistas regresaran temprano a sus lugares de origen.

Esta orden causaba trastornos al desarrollo de los negocios y al paso del ferrocarril y sólo permaneció en vigor por una corta temporada. En ese tiempo Mexicali dependía totalmente de los productos de Estados Unidos y los mismos comerciantes y la Cámara Nacional de Comercio de Mexicali se opusieron al cierre, por las inconveniencias que generaba a las exportaciones e importaciones en general y lograron que el gobierno de México intercediera hasta restablecer su horario normal.

Hubo algunos intentos moralistas del gobierno mexicano, se dictaron leyes para prohibir esos negocios, pero la realidad era que el gobierno del distrito norte dependía de los impuestos que generaban, y los negocios de placer, el procesamiento y venta de opio siguieron funcionando. En la década de los años veinte aumentaron y florecieron. También aumentó la violencia entre diversos grupos por obtener el control de las drogas. Para 1922 había tres casinos chinos en Mexicali, sólo ellos aportaban $186,380.33 dólares anuales al gobierno. 

Lejos de aplicar los decretos de prohibición de los centros de diversión, en 1923 se abrieron dos fábricas de cerveza en Mexicali. La cervecería La Fama el primero de marzo y la Mexicali el 12 del mismo mes. En noviembre de ese año se constituyó la Vinícola Industrial de la Baja California, de socios estadunidenses y mexicanos.

Con la llegada de Abelardo L. Rodríguez al gobierno del Distrito Norte en 1923, se permitió la apertura de algunos casinos cerrados por el gobernador José Inocente Lugo. Entre otros, se reabrieron El ABW Club o Tecolote, el Southern Club, el Foreing Club, Gambrinos, San Diego Café y otros. Esta situación prevaleció hasta la total prohibición de los casinos en Baja California, en 1935, durante el gobierno del General Lázaro Cárdenas.  

La decadencia del centro histórico inició cuando el gobierno de Luis Echeverría rompió relaciones con el gobierno chino nacionalista chino y reconoció al gobierno comunista, en 1972. Muchos chinos nacionalistas recibieron autorización para migrar a Estados Unidos, y dejaron sus negocios. En 1980 se inauguró el centro comercial Plaza Cachanilla y algunos comerciantes cambiaron sus negocios a ese lugar. Se acentuó entonces el abandono del centro histórico.

Así permaneció alrededor de cuarenta años; negocios cerrados, calles intransitables, banquetas destruidas, registros sin rejillas y llenos de basura, prostitución a toda hora, venta de drogas. Luego llegó una esperanza, la presidenta municipal Marina del Pilar, anunció la rehabilitación del centro histórico.

Desafortunadamente pronto entendimos que, tras esa promesa, había sólo había intereses mercantiles, una falsa historia sobre la fundación de Mexicali por chinos y desconocimiento a los verdaderos fundadores mexicanos de nuestra ciudad. Otra vez, negocios de placer, un casino y una decoración que Mexicali nunca tuvo; con grotescos motivos que los chinos que vivieron o trabajaron en esa zona conocida como la chinesca, nunca se interesaron por colocar. Han pasado varios años de inversiones y el comercio sigue muerto, salvo donde se han abierto lugares de diversión.