Por ahora: ¿Y yo qué hago?

Iniciaré con una pregunta y dejaré a un lado el comentario político para dar paso a una reflexión que ha surgido en las reuniones y cafés a los que me ha tocado asistir.

La pregunta es: ¿Es el mundo como lo vemos ahora, lo que esperábamos para nosotros, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos?

¿Cuál es la posición que debemos tomar ante el conflicto entre Israel y Palestina. Revivir una añeja guerra ¿y yo qué hago?”

Tal vez una respuesta simple como un sencillo sí o no sería suficiente para contestar solo lo que se nos cuestiona, pero como otras tantas preguntas, es imposible que nos lleve más allá de cualquiera de esos monosílabos.

Si contestamos que sí, tal vez sea porque nuestra situación emocional, social, económica y/o de poder nuestra encuentre en un sitio óptimo donde las carencias brillan por su ausencia, somos ajenos a los padecimientos del resto (como decía Susanita “afortunadamente el mundo queda tan lejos”) y desconocemos lo que pasa media cuadra más adelante, simplemente porque nuestro mundo gira a nuestro alrededor.

Si la respuesta es no, tal vez lo sea porque carecemos de lo esencial -como lo marca la pirámide de Maslow- y porque teniendo lo esencial, podemos ser empáticos, visionarios o futuristas y percibamos que el entorno no es el adecuado para un crecimiento sano, sustentable y equitativo.

Si partimos nuestro análisis desde el punto de vista de Maslow y nuestras necesidades básicas (alimento, vestido, vivienda, empleo, afecto, intimidad sexual, seguridad física y familia) se encuentran satisfechas, digamos que, en un nivel óptimo, es muy probable que nos tornemos insensibles a los fenómenos migratorios, hambruna, guerra, pobreza, enfermedad, calentamiento global, escasez de agua, entre otras grandes tragedias, que padece el resto de nosotros.

Todas estas palabras no son más que eso, las cuales se suman y cientos de escritos sobre el tema de la tragedia que ya padecemos y que no parece más que agravarse a pesar de los llamados continuos de la ONU y otras organizaciones que ya vieron el tren pasar. ¿Qué hago?, tal vez te preguntes. Empieza desde de ti y desde tu casa.

Nunca la acción de unos cuantos ha logrado cambiar absolutamente nada, pero si el actuar de muchos ha podido modificar destinos.