Por Ahora

La política nacional no ha dejado su estilo oportunista, marrullero y prometedor. El cambio ofrecido ha llegado disfrazado de mujeres que cubren la cuota de género, pero que lejos están de contar con el conocimiento, la capacidad y la creatividad para hacer frente a los problemas, cada vez más crecientes, de administraciones agotadas económicamente y debilitades por el crimen y los falsos profetas.

Baja California, que hasta hace 30 años podía jactarse de ser pionera en muchos ámbitos de la vida política, social y económica del país, ha pasado de ser uno más de esos estados del sur que padecen carencias y están a la espera del nuevo reparto en las participaciones federales para sacar adelante uno que otro programa social y darle una manita de gato a la maltrecha infraestructura urbana.

La mediocridad se ha impuesto, hoy ataviada de popularidad y rematada con toques de tik tok, Facebook, Instagram y en ocasiones Twitter. La moda rápida y consumista, el “like” y el corazón que late en la pantalla de un celular son las nuevas encuestas que le marcan al gobernante el rumbo de su gobierno. Sí, el “like” se impuso a la encuesta casa por casa, aquellos instrumentos por los que había que esperar al menos tres semanas para conocer el sentir de la población respecto del gobierno en turno.

En el gobierno de Marina del Pilar Ávila Olmeda hay más personal y se emplean mayores recursos para seleccionar la fotografía que de la mandataria saldrá el día de mañana en las portadas de medios de comunicación, que en invertirlos en pequeñas obras que beneficien a remotas colonias de las periferias de la entidad que gobierna.

Para qué tanto gasto en seleccionar una fotografía, si al final publican una en la que Ávila Olmeda saldrá haciendo la “corazoseñal”, — que nada le dice a sus gobernados como no sea que los ama–, y por supuesto que mantiene un buen anicure para laborar desde las refrigeradas oficinas del ejecutivo.

Atrás están los baches, los puentes sin mantenimiento, las alcantarillas saturadas de basura, la vialidad del Río Nuevo hundiéndose en Mexicali, los crímenes cotidianos en Tijuana, la falta de agua en Ensenada y el pintoresco pueblo de Tecate avanzando a paso de caracol, mientras Rosarito se transforma en exclusivo fraccionamiento de narcotraficantes.

Los anteriores (panistas, priistas y ambos en contubernio) fueron unos pillos de siete suelas, los nuevos son siete veces peor… pero nos aman con cada latido de su corazón.

*Licenciada en Derecho. Fue corresponsal del periódico REFORMA por tres años

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