Una propuesta de trabajo docente colaborativo

La puesta en práctica del plan de estudio de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) en el ciclo escolar que está iniciando, con el que se pretende que predominen en las aulas las prácticas de enseñanza basada en metodologías centradas en el estudiante, necesariamente tendrá que desembocar en un mayor protagonismo de las tareas de lectura y escritura, pues son la base de toda actividad investigativa como las que habrán de llevar a cabo los aprendices.
Sin embargo, nos encontramos ante un panorama de incertidumbres por la manera atropellada en que se han efectuado los procesos de creación del plan de estudio. Y si sumamos a lo anterior el hecho de que al cuarto para las doce se indicó que todos los grados de educación básica deberán participar en la reforma a partir del próximo lunes 28, podremos comprender que los docentes darán sus primeros pasos en la NEM sumidos en grandes dudas y confusiones.
Por lo que respecta a la lectura y la escritura, consideremos que, hasta hoy, lo que prevalece en nuestras escuelas es la ausencia de un tratamiento didáctico adecuado que permita a todos los alumnos apropiarse de estas prácticas y realizarlas en forma efectiva. Las distintas evaluaciones a las que se han sometido los estudiantes mexicanos han dado cuenta de que sus niveles de aprendizaje son bastante bajos (Gutiérrez, 2023a).
Una de las razones de esta insuficiencia académica es la restricción de la enseñanza de dichas habilidades a las clases de español. El resto de las materias se desentiende de ella bajo el argumento de que no les corresponde intervenir, no obstante de que desde hace varias décadas investigadores y pedagogos han insistido en que conducir a los niños y adolescentes por los caminos de la lectoescritura corresponde a todo el profesorado (Gutiérrez, 2023b).
La anterior situación se presenta no solamente en nuestro país, sino a nivel internacional. Como resultado, los estudiantes egresan de la escolaridad obligatoria sin el desarrollo esperado de ambas habilidades. Por ello, hace cinco décadas surgió en Estados Unidos el movimiento Escribir a través del Currículo (Writing Across the Curriculum), para brindar a los estudiantes universitarios la alfabetización académica necesaria que les permita hacer frente a las demandas de lectura y escritura en sus diferentes clases.
Estas experiencias de educación superior han sido adaptadas a los grados previos en distintos países y momentos, con el fin de disminuir el atraso que se ha vivido en la enseñanza de la lengua. Y si bien la estructuración por asignaturas de los niveles de secundaria y bachillerato representa dificultades para la realización de proyectos interdisciplinarios (Bazerman, 2016), es posible crear programas con el mismo propósito.
Uno de ellos es el que se puso en práctica en el Colegio de la Ciudad, de Buenos Aires, a iniciativa de los docentes Federico Navarro (doctor en Lingüística) y Andrea Revel Chion (doctora en Ciencias Naturales). Conscientes ambos del gran potencial de la escritura para la construcción del conocimiento (es decir, de su carácter epistémico), los unió también la preocupación por las pocas oportunidades de formación en esta habilidad dentro de las asignaturas diferentes a la de español. “Nos motiva –han dicho– generar la reflexión de profesores y estudiantes acerca del hecho de que la escritura fortalece el pensamiento, genera y potencia el aprendizaje, y tiene rasgos propios que debe dominar quien quiera participar en la discusión y formación en el aula” (Navarro y Revel, 2013, p. 24).
Cada uno llevó a cabo sus propios esfuerzos en las asignaturas a su cargo, pero los resultados no fueron satisfactorios. Decidieron entonces unir esfuerzos y, con el apoyo de los directivos del colegio y de los maestros que se interesaron en participar, crearon el programa Escritura en la Escuela, que aún persiste –al menos, en su página web el colegio menciona como uno de sus “proyectos y actividades curriculares especiales” el de escritura académica (Colegio de la Ciudad, 2023).
El programa, explican sus creadores, surgió en 2011 como una materia obligatoria, aunque no formaba parte del plan de estudios de la institución. Estaba a cargo de ella un docente especialista en escritura y se articulaba con diferentes asignaturas a lo largo del ciclo escolar, en forma trimestral. Los alumnos trabajaban contenidos de las propias materias una vez por semana y eran evaluados en base a criterios acordados tanto por el profesor del programa como por el que impartía la clase con la que existía el vínculo durante ese periodo (Navarro y Revel, 2015).
Pero el docente de escritura no era dejado solo con la responsabilidad, es decir, el docente de la materia vinculada no se desentendía del proyecto. Ambos mantenían la colaboración a lo largo del trimestre:
Al inicio, acordaban aspectos como los textos que se utilizarían, los criterios con los que serían evaluados los alumnos y las “prácticas y dimensiones de lectura y escritura” que se trabajarían.
Durante el trimestre, se mantenían en contacto por diversos medios para dar un seguimiento al desarrollo del programa.


Finalmente, tras haber finalizado el periodo, se reunían “para evaluar la implementación de la colaboración, para acordar las notas (calificaciones) finales de los estudiantes y para planificar modificaciones para la colaboración del año siguiente” (Navarro y Revel, 2015, p. 40).
Los resultados fueron positivos. A pesar del desconcierto y las resistencias iniciales, los alumnos participantes reconocieron que el programa les fue de cierta utilidad (80% de encuestados en forma anónima) o que les “sirvió bastante o mucho” (42%). En cuanto a sus logros académicos, “la mitad de los estudiantes obtuvieron notas similares en la materia que participaba en el Programa y en el curso de escritura” y la otra mitad “se distribuyó de manera más o menos equitativa entre estudiantes que consiguieron subir el promedio de la materia por su buen desempeño en el curso de escritura y estudiantes que, a la inversa, redujeron el promedio de la materia por su bajo desempeño en el curso de escritura” (Navarro y Revel, 2015, p. 44). .
El alcance del programa se fue ampliando, según lo narran sus creadores: “En su primer año de implementación (2011), el programa se dictó en los cursos de 4º año (estudiantes de 15 y 16 años) y colaboró con los docentes de Historia, Biología y Física. En su segundo año de implementación (2012), el programa se amplió también a los cursos de 1º año (estudiantes de 12 y 13 años) y sumó la colaboración con los docentes de Matemática, Cívica y Geografía. En su tercer año de implementación (2013), se sumaron los cursos de 2º año (estudiantes de 13 y 14 años) y se apostó por dar continuidad a algunos cursos y docentes (Matemática y Geografía), mientras que se sumaron otros (Biología). Es decir, un estudiante que ingresa al 1º año del colegio atravesará necesariamente tres años de trabajo dentro del Programa de Escritura” (Navarro y Revel, 2013, pp. 64-65).
El éxito de este proyecto ha sido tal que el libro en el que se le describe (Escribir para aprender. Disciplinas y escritura en la escuela secundaria), publicado en 2013 por la Editorial Paidós, fue relanzado en forma digital y gratuita ocho años después por The WAC Clearinghouse, de la Colorado State University (https://wac.colostate.edu/).
¿Y dónde queda la NEM? En nuestras escuelas es posible adaptar este programa argentino. A pesar de lo complicado que resultará desarrollar proyectos interdisciplinarios en secundaria y preparatoria, se puede empezar por buscar alguna vinculación entre las clases de español y el resto de las asignaturas. En las primeras se escriben todos los tipos de texto y estos pueden ser retomados posteriormente en las segundas, para que el estudiante continúe con su aprendizaje, pero ya en el contexto de otra materia de estudio.
Será un proceso lento y no exento de errores. Además, requerirá la capacitación –en serio, no simulada– de los docentes. Pero valdrá la pena.

Referencias
Bazerman, C., et al. (2016). Escribir a través del Currículum. Una guía de referencia. Universidad Nacional de Córdoba. https://rdu.unc.edu.ar/bitstream/handle/11086/4030/Bazerman%20et%20al%20_2016_Escribir%20a%20traves%20de%20Curriculum.pdf
Colegio de la Ciudad (2023). Así trabajamos. https://www.colegiodelaciudad.org/asi-trabajamos.php
Gutiérrez, C. (2023a, 19 de junio). ¿Cómo ingresan nuestros jóvenes a la universidad?. Info Savia. https://infosavia.com/como-ingresan-nuestros-jovenes-a-la-universidad/
Gutiérrez, C. (2023b, 7 de agosto). Atender en conjunto la problemática lectora. Info Savia. https://infosavia.com/atender-en-conjunto-la-problematica-lectora/
Navarro, F., y Revel, A., (2013). Escribir para aprender. Disciplinas y escritura en la escuela secundaria. Paidós. (Edición digital: 2021, The WAC Clearinghouse. https://wac.colostate.edu/docs/books/escribir/aprender.pdf
Navarro, F., y Revel, A., (2015). Programa de Escritura en la Escuela. Aportes para instalar la escritura en las disciplinas. En Muse, C. (ed.). 2 / Lectura y escritura en el nivel medio. Cátedra UNESCO. Lectura y escritura: continuidades, rupturas y reconstrucciones. Universidad Nacional de Córdoba, págs. 36-46. https://rdu.unc.edu.ar/bitstream/handle/11086/2308/serie%20Unesco_volumen%2002_AAVV.pdf

  • Profesor especializado en Literatura y Lingüística por la UABC. Maestro bibliotecario y divulgador de la historia local. Sitio web: Tallereando.net. Correo electrónico: gutierrezaguilar.ca@gmail.com.