Lo conocí en la Secundaria 18 y desde entonces fuimos amigos. Entramos a la secundaria en 1955, Pedro era un muchacho de trece años, güero, un tanto desgarbado, con los pantalones largos y la chamarra –cuando la traía– siempre más corta que los faldones de la camisa, que nunca se fajaba. Pedro estaba en primero...
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