Por Ahora: Ford, el inicio de un imperio político-empresarial

Era alto, de escaso cabello. Usaba lentes y siempre estaba limpiándose las comisuras de sus labios. Obsesivo, traía varias cajitas de “tic tacs” en la guantera del vehículo en el que viajara -siempre una Expedition de la marca Ford-.

Usualmente vestido de pantalón tipo caqui y camisa manga larga de color azul claro. Sonreía cuando sabía que la gente lo estaba viendo. Permanecía serio y parecía estar pensando cuando se encontraba en algún círculo de gente de confianza.

Fue secretario de finanzas, presidente municipal y gobernador de Baja California. El senado era el siguiente puesto esperado que nunca concretó porque al parecer su esposa no quería los contratiempos que el ir y venir entre la Ciudad de México y Mexicali implicaban. Hubiera sido un excelente senador.

Cuando alguien fallece, como ahora ha sucedido con el descrito personaje, el Licenciado Eugenio Elorduy Walther, suele hacerse una semblanza y se resaltan las capaci      dades, habilidades y logros del finado.

Muchas halagadoras semblanzas y comentarios positivos se harán en prácticamente todos los medios del estado, por eso opté por escribir sobre su estilo de trabajo como presidente municipal, donde me tocó laborar como jefe de prensa.

Era exigente, estricto y no admitía excusas en las responsabilidades de sus colaboradores. Era puntual y demandaba lo mismo de cualquier persona que trabajara bajo sus órdenes.

Si te comprometías con entregar un estudio, un proyecto, un plan de trabajo o cualquier reporte por mínimo que fuera, no dejaba su fecha de entrega a “al rato se lo traigo presidente”, esa entrega debía tener hora y fecha concreta y más te valía que lo entregaras en tiempo y forma, sino querías una reprimenda, como dice Carlos Loret de Mola “de dios es padre”.

Tampoco aceptaba menos de excelente en una presentación, sea del área que fuera. Bajo su estricta supervisión uno no podía hacerse “el chistoso” ni dejar las cosas para después. Los errores se pagaban con una estridente regañada, de esas de golpes en la mesa y descalificaciones altisonantes.

Desconfiado y controlador, solía escuchar las conversaciones de sus colaboradores con quien fuera en ese momento su secretario particular, nada se le escapaba, y tomaba buena cuenta de lo que se comentara sobre él y las excusas que se esgrimieran para no acatar sus órdenes o no cumplir los plazos indicados.

Su personalidad, tal vez fuera acentuada por haber cursado parte de su educación en un colegio militar en Estados Unidos, o tal vez siempre fue así.

¿Era duro? Sí; ¿era estricto y controlador? Sí; ¿su forma de ser daba resultados? Sí, eso y que, al ser presidente municipal y después gobernador del estado, asumió los cargos con el respeto, la dignidad, el compromiso y la responsabilidad que estar al frente de una administración y ser el representante de una comunidad implican.

Eugenio Elorduy Walther era Don Eugenio, el Licenciado Elorduy, el Presidente Municipal de Mexicali, el Gobernador del Estado de Baja California, así con mayúsculas y no con las minúsculas que Por Ahora están tan de moda.