“No hay práctica social más política que la práctica educativa…la educación puede ocultar la realidad de la dominación y la alienación o puede, por el contrario, denunciarlas, anunciar otros caminos, convertirse en una práctica emancipatoria”.
(Freire en Walsh, 2013, p.38)
En zonas de alta marginalidad, los niños caminan grandes distancias para asistir a la escuela, cruzan valles o cerros en condiciones a veces inhóspitas para llegar a sus clases. Lo mismo pasa con los maestros, después de recorrer el camino para llegar a sus escuelas, se enfrentan a realidades complejas: niños con múltiples situaciones familiares, psicológicas o sociales, frente a las que poco pueden intervenir. Entre estas, la más grave es el rezago educativo que reproduce la pobreza, de todos los niños a quienes dan clases, en un país como México, solo 2 de cada 10, tendrán acceso a una carrera universitaria.
Los profesores que prestan su servicio en zonas de la periferia de Tijuana, Mexicali, en asentamientos irregulares o lugares donde la población no cuenta con servicios básicos, observan las contradicciones del sistema escolar en el que las necesidades de los alumnos sobrepasan la capacidad de atención a la educación pública de los gobiernos.
El mismo sistema educativo que no apoya el desarrollo del trabajo que realizan a diario los docentes por la falta de continuidad de un proyecto editorial que cambia cada sexenio y la polarización de las posturas en torno a la educación, que impiden un dialogo que analice a profundidad las evidentes fallas que presentan los textos.
La infodemia que se genera en las redes sociales con narrativas en pro y en contra del contenido de los libros de texto es sólo el síntoma de los contextos y las deficiencias del sistema educativo; las narrativas críticas al diseño pedagógico de los libros de texto, argumentan graves fallas en el proceso de elaboración, pruebas piloto insuficientes, lenguaje inclusivo inadecuado a la edad de los estudiantes, escaso contenido de materias básicas como historia y matemáticas e inconsistencias en los contenidos en general, mientras que las narrativas a favor, justifican los problemas en formación pedagógica y didáctica a partir de argumentos ideológicos.
Por otra parte, ambas narrativas muestran evidentes contradicciones entre el discurso acerca de un nuevo paradigma educativo orientado hacia un humanismo, la colectividad con un giro hacia las pedagogías críticas, en teoría antineoliberales y la inversión que se hace en educación, si éste se compara con el gasto público que invierten otros gobiernos que se asumen de izquierda en América Latina queda en desventaja.
Cuba es el país que más invierte en educación con un 12.8 del Producto Interno Bruto (PIB), después Costa Rica invierte 7.4 puntos, le sigue Bolivia con 7.3, Venezuela 6.9, Brasil con 6.2 puntos, Argentina con 5.5 puntos, Ecuador 5 puntos, y México 4.9 puntos, según datos del Banco Mundial para 2021 (https://www.bancomundial.org/es/, 5 de agosto, 2023); nuestro país, en el proyecto de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) solo invertirá 195 pesos para capacitar a cada maestro (Ley general de sistema para la carrera de las maestras y los maestros, https://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LGSCMM_300919.pdf, 30 de julio, 2019).
¿En qué se traduce esta escasa inversión en proyectos educativos del gobierno actual? En lo que ya conocemos y parece natural; precarización laboral, falta de espacios de desarrollo académico y humano de los maestros, escasa cultura sindical independiente, y en la parte más vulnerable del sistema, las niñeces, las infancias y las juventudes que no lograrán consolidar el acceso a una sólida formación educativa ni el derecho humano a una educación de calidad.
La fragmentación en el espacio socioeducativo, se refleja en la crisis actual con los libros de texto, así como en las contradicciones de un gobierno que se dice de izquierda mientras favorece el desarrollo de un proyecto neoliberal en términos de formación pedagógica, al borrar los contenidos de historia que refuerzan la memoria y la identidad de los pueblos o de matemáticas que formar jóvenes preparados para innovar en la sociedad industrial de un país dependiente de los proyectos de inversión extranjeros como México.
¿A qué proyecto político favorece la falta de calidad en educación? Es claro que va de acuerdo a fortalecer un proyecto neoliberal de decrecimiento, mano de obra no capacitada de sujetos que reproduzcan sin problema el orden que administra la precarización laboral de la industria en esta frontera, así como el reordenamiento territorial para un mercado global; sujetos sin conocimiento de la historia porque indagar acerca de quienes fueron opresores y los oprimidos a través del tiempo, forma un pensamiento crítico, y sin habilidades matemáticas para el desarrollo tecnológico que exige un desarrollo económico autónomo.
Según algunos analistas, el contenido de los libros de texto corresponde más bien a una ingeniería social que va de acuerdo a las líneas de acción de la Agenda 2030, el proyecto para el desarrollo global que “recomiendan” la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a los países en vías de desarrollo como México.
Los libros de texto, tal como los presenta la nueva escuela mexicana, no pondrían en crisis la continuidad del actual proyecto neoliberal oculto detrás del discurso de izquierda progresista y emancipación.