Bicitecleando/Guillermo Martínez Rodríguez

Bicitecleando

Por Tomás Di Bella/Infosavia

Guillermo Martínez Rodríguez fue asesinado por la espalda con una bala del imperio que le atravesó la piel, la carne, el hueso y el corazón de todo mexicano.

Él había tratado de caminar por la tierra pero fue repelido por los guardias. Él quería cultivar las tierras de todo pero fue muerto por el poder del racismo y el odio de la naturaleza. Dicen que Guillermo le lanzó una piedra al asesino armado con rifle de alto poder.

Imagínense una piedra que vuela por los aires, con la fuerza impulsada del brazo de un muchacho de veinte años, de como 60 kilos y no muy alto o fornido; y luego imagínense la bala disparada por un arma nueva, recién preparadas, con alto calibre y cuyo proyectil se hunde explosivamente en las carnes inocentes de un mexicano pobre y con esperanza de encontrar trabajo en cualquier lugar.

Pongamos que Guillermo es uno de los miles de mexicanos que han muerto al tratar de pasar al otro lado, Unos han muerto de desierto, otros de asalto, algunos de sed, otros por agua de río en los pulmones y otros más de mucho sol en el cuerpo, calcinados, insolados.

Todos ellos por desesperación empujados por el mal gobierno. Pero morir de balazo en la espalda no es peor o más malo que morir de las otras maneras, sino que en las otras maneras había un reto, algo de esperanza y en esta de bala en la espalda no.

Un asesino tiene nombre, domicilio, familia, identidad y salario. Las otras maneras de morir son azarosas, esta fue bajo contrato de exterminio.

Los agentes de la migra trabajan bajo un régimen de guerra y andan armados con armas de guerra. Son entrenados para perseguir enemigos en el campo y cada vez que uno de ellos logra disparar su arma y dar en el blanco, suelen celebrarlo con carnes asadas y cervezas.

Los premian por su labor de defender a su país, los condecoran, les suben el salario, los felicitan y los alientan a seguir con el buen trabajo.

Los agentes de la migra tiene un nivel de estudios de secundaria, apenas saben leer, son racistas, xenófobos y aman su patrio por sobre todas las cosas. Son los nuevos héroes patrióticos. El entrenamiento principal que se les imparte es disparo de arma de fuego.

Los migrantes nómadas son extranjeros en su propia tierra. Son expulsados por el hambre, la injusticia, las necesidades de sostén de la familia, las leyes persecutorias de México, la falta de respeto del gobierno por la tierra. Ellos vienen desde los países de Centroamérica y de los estados del sur de México a salvar las cosechas, a limpiar las calles, moldear los jardines, hacer la comida, empaquetarla, distribuirla, ofrecerlas.

Son los migrantes los que se levantan al alba a ordenar las necesidades más difíciles de este país extraño. Pero aun así los matan, aun así les niegan la estancia, aún así no les reconocen el derecho a permanecer. También aquí son perseguidos, también aquí no tienen derechos. ¿En dónde está su tierra?

Una piedra en el aire es el símbolo de la defensa de estos migrantes. Una piedra en el aire la lanza un palestino que corre a refugiarse de la persecución xenófoba y asesina de los israelís y que es esclavo y que es esclavo en su patria, es expulsado de su casa y es perseguido por diferente, por árabe, porque nada tiene.

Una piedra en el aire la lanza un sudafricano que vive en la miseria de las chabolas, donde no hay educación, trabajo, hospitales, mercados y sólo expulsión, violencia, hambruna y desprecio del capital.

Una piedra en el aire la lanza un afroamericano de Nueva Orleans que se quedó sin agua, sin comida, sin casa, sin refugio, sin escuela y que además es perseguido por la guardia nacional por tratar de buscar agua para su familia, ropa para sus hijos, comida para sus padres. Es muerto por saqueador.

La misma piedra en el aire fue la que dicen que lanzó Guillermo Martínez, porque iba huyendo de un proyectil de la migra.