“La izquierda debe de ser diestra, porque la derecha es muy siniestra”.
En México hoy los candidatos y candidatas a presidencias republicanas no han sido propuestos por las mayorías inconformes. Tampoco, desde gabinetes gubernamentales han sido dedeados –si les creemos- por los salientes, sino por el dedo de dios. El dedazo es divino, porque dios les dijo que así debería ser, o porque una mariposa se le posó en el hombro y le señaló su destino. Vivimos tiempos muy diferentes a los anteriores, dijo mi abuelo, ya que hoy entre más ridículo sea el argumento, más factible será el resultado. Tiktok es el encuestador y el propagandero. Facebook es el agente de comercialización de las plataformas, aunque estén vacías de proyectos o planes, y la ideología, según ellos, ya no existe. Lo que prevalece es el mediatismo payaseril. Y éste, crease o no, es el más exitoso. De manera que si un candidato es corrupto, tiene antecedentes, pactó con lo peor de las mafias económicas, desplegó espectaculares, se rio de una babosada, o es un imbécil de extrema derecha que reza el rosario y no coge desde hace muchos años, es factible que le caiga bien a la gente, ya sea porque es guapo, hace negocios sagaces y turbios, va y come tacos de cerdo en las esquinas o abre la boca para decir disparates o dislates mentales. Podrán incluso ser racistas, pero con justificación moral, ya que al mencionar que todos somos indios huevones y mantenidos, en público y frente a los micrófonos, aún hay gente que mueve su cabeza con aprobación. Por eso algunos candidatos se escudan en los sentimientos más turbios de la sociedad, y es por ello que están teniendo éxito, o por lo menos eso pretenden. Pero no nos engañemos, vengan de donde vengan, sean religiosos fanáticos, tarados encumbrados, duchos negociadores políticos, o lobbistas –eufemismo de coyotes de pasillo– al llegar al poder, porque alguien llegará, se los aseguro, y no seremos usted o yo, habrán de sacarle el jugo a lo erarios y secarán la planta verde de la patria. Y ya ahí, dentro de palacio, cual, si fuesen realeza del siglo XVII, personificarán la caudillez de sus ancestros, de sus amistades y de sus familiares, actuarán como grupos de clan, donde los más cercanos obtendrán los beneficios de las arcas, invertirán amparos con la suprema corte, y voltearán el destino de la historia a su favor. Podrán usar todo el aparato, que significa los medios a su favor, el ejército bajo su nómina, y los intelectos en sus ideas de justificación histórica.
Yo digo entonces, y discúlpeseme la yoidad, que ni votos no botas, armas ideológicas y libertad, cosa que ya muchas comunidades pequeñas pero gigantas en su independencia de lucha están haciendo hoy, orita: pérenme, ahí viene una marcha, allá está un plantón, aquí hay un paro, he acá una huelga. Sólo así tumbaremos los escritorios desde donde creen los candidatos que regirán. Je.