Conocí Cerro Prieto hace muchos años, cuando todavía estaba rodeado de la laguna de los Volcanes, donde nacía el Río Nuevo, el único río de los cinco que había en Mexicali, que corre de sur a norte. Tenía aguas termales y sus volcanes de lodo, accesibles, para mexicalenses y extranjeros que querían curarse de algunas enfermedades con las aguas termales y el lodo frío que salía de los volcancitos.
Después, como estudiante de la Normal Fronteriza, cada año, el 27 de enero nos llevaban a la fiesta del Asalto a las Tierras en el ejido Michoacán de Ocampo. Lo mejor del festejo era que al finalizar el evento, íbamos a escalar el volcán Cerro Prieto.
Un día, en 1958, supimos de un gran chorro de vapor que estaba saliendo cerca del volcán Cerro Prieto. Mi padre nos llevó a ver el chorro. De lado a lado de la brecha se podía admirar aquel vapor que con mucha fuerza salía de las profundidades de la tierra. Luego supimos que se iba a explotar ese vapor mediante una planta geotérmica.
Ya como profesora tuve la suerte de iniciar mis actividades en la escuela Xicoténcatl, en el Uno del Shenk, muy cerca de Cerro Prieto y los cinco años que trabajé allí, muchas veces subí el cerro con mis alumnos. Al norte del cerro pasaba el canal Pacífico y frente al volcán, el canal hacía una curva, donde estaba más hondo y allí los alumnos nadaban. En vano intentaron que aprendiera a tirarme clavados como ellos lo hacían.
Desde entonces y hasta ahora, creo que no ha pasado un año sin que una o varias veces visite Cerro Prieto, con alumnos y profesores. Cuando me visitan personas de otra ciudad, es obligado llevarlas a Cerro Prieto, para admirar desde ahí la Geotérmica y el valle. En los últimos años he subido con cientos de alumnos de la Zona Escolar 99.
Esa masa de piedra negra que ha estado por milenios en medio del valle de Mexicali es parte de nuestro paisaje natural, pero también es parte de las vivencias de muchas generaciones de mexicalenses. En esta región del delta del Colorado, donde sólo sabemos de bosques de sauces, álamos y mezquites por los relatos de viajeros o fotografías de principios del siglo XX, quienes ahora vivimos en Mexicali, sólo conocemos una naturaleza con escasas plantas desérticas.
A cualquier punto de la región del delta que viajemos, saliendo del área agrícola, encontramos paisajes desérticos, este es nuestro entorno y estamos acostumbrados a él. Es por eso por lo que uno de los paseos de los mexicalenses de todas las épocas ha sido visitar Cerro Prieto.
Deslizarse por sus laderas de tierra, que los niños tanto disfrutan o bien subir sus 260 metros hasta llegar a la cima y bajar al “cráter”. A ese suelo plano donde los visitantes escriben su nombre con piedras. Desde arriba pueden verse cientos de nombres como prueba de la presencia de los mexicalenses en el fondo de Cerro Prieto.
Otro aspecto importante de Cerro Prieto son las posibilidades de explotación de recursos naturales, como está demostrado ahora con la energía geotérmica, arena y piedra para construcción y otros recursos que antes se explotaban, como las aguas termales y la salina que se explotó durante muchos años y surtió a Mexicali. Sobre esto el señor Antonio Salazar que vivió muy cerca de Cerro Prieto decía:
“La salina que había era muy buena, mandaron la sal a examinar a Estados Unidos y resultó cien por ciento pura. El molino se llamaba Sal Estrella, estaba por la calle F, cerca de la estación del ferrocarril, en Mexicali. La vendían en bolsitas allá en Mexicali, pero también venían desde Obregón, Sonora, a llevar sal, era muy buena y había mucha, llegaban los camiones y se llevaban toneladas.
“En la salina había cuatro trabajadores, yo era el que me encargaba de vigilarlos. El dueño de la salina, el señor Reyes, nos permitía tomar y vender algunos costales, pero no por toneladas. Yo también juntaba algunos costales de sal y los vendía.
“Los manantiales de agua azufrada también pertenecían a la salina y el señor Reyes, me encomendó que me hiciera cargo de los baños, me dijo que lo que sacara era para mí. Yo cobraba tres pesos, por usar los baños. Por eso cuando empezaron a hacer los estudios para perforar los pozos, muchos de aquí fueron a trabajar allí.
“En Cerro Prieto pagaban treinta pesos diarios y aquí en el campo ganaban 15 pesos, por eso se fueron. Pero yo trabajando en la salina, vendiendo unos cinco o seis sacos de sal y lo de las aguas termales, sacaba hasta 800 pesos por semana y no quise entrar a la Geotérmica.
“Después, cuando empezaron a perforar los pozos, la sal se acabó porque los mantos acuíferos empezaron a bajar y la laguna ya no tuvo agua. La laguna ahora tiene agua, pero está contaminada, es de la que sale de los pozos y sí forma sal, pero para comer ya no sirve
“Antes el volcán grande, Cerro Prieto seguido hacía erupciones con mucha humareda, entre las piedras salían los chorros de vapor. Antes salía mucho vapor del volcán. Ahora como el volcán está tapado, y aunque ha bajado la potencia por las perforaciones, de todos modos, el vapor busca salida entre las piedras y por eso es esa humedad”.
*La autora es Maestra e historiadora reconocida por los mexicalenses. Cronista del Valle de Mexicali.