Por Rosa Espinoza/Infosavia
Dejaron la cama abocardada
sus huellas sobre los objetos,
piel en las cobijas
uñas por los rincones.
No desaparecieron,
cambiaron de lugar.
Ahogaron sus gritos,
buscaron resignación en las estrellas
sofocando su memoria en nubes pardas.
No desaparecieron,
sólo cambiaron de lugar
amortajando su espectro
por rumbos abismales
donde el llanto se pospone.
No desaparecieron
sus cuerpos cambiaron de lugar
para decirnos, dejar un testimonio
de nuestra dislocada condición.