Si 100 años no es nada, menos lo son 70 y ni seis no dejan huella. Eso deben estar pensando quienes tras abandonar al PRI, cambiaron al PAN y hoy disfrutan los logros del Movimiento de Regeneración Nacional, mejor conocido como MORENA.
Habrá quien disfrute los cambios y habrá quien los sufra, eso depende -como dice Quino en uno de sus cartones- de sobre quien este uno parado. Un político siempre estará encima de alguien o algunos, sean estos “pueblo bueno”, empresarios astutos u otros políticos menos experimentados.
En Baja California, donde presumíamos ser punta de lanza en democracia, primer lugar en generación de empleos e inversión, donde se afirmaba que la gente votaba con los pies (por aquello que dejaban su ciudad origen para disfrutar las mieles de la prosperidad del norte), ahora somos ciudades abarrotadas de migrantes sin futuro, calles llenas de baches, zonas inseguras, aire contaminado y con un futuro hídrico nada alentador.
¿Qué nos pasó?, ¿en qué momento consideramos que todo estaba bien y quien llegara a gobernarnos solo tenía que seguir la línea para que se avanzara sin mayor esfuerzo? La respuesta puede ser muy compleja o sencilla, dependiendo del nivel económico, social, cultural y de “hambre” de seguir escalando económicamente hablando.
Por ahora, disfrutemos de los gobernantes que seleccionamos: una tiktokera en la gubernatura que siempre tiene el corazón por delante (no hay manera de refutarle la frase), una actriz de teatro que actúa como presidente municipal y muy pronto un boxeador en Tijuana que sabrá noquear a la delincuencia y las malas prácticas gubernamentales.
Sigamos creyendo que tener personas, hombre o mujeres, sin preparación para el puesto, pero con las mejores intenciones, es lo mejor para avanzar y sacar adelante un país o un estado que nos guste o no, compite por la carrera de la supervivencia mundial.
Sigamos creyendo, por ahora, que los recursos son ilimitados y que irnos a vivir a la luna, a marte o bajo el agua es una genuina posibilidad cuando este planeta ya no de para más. Sigamos creyendo que, para curar nuestro cáncer, con ir a un consultorio genérico es suficiente porque el “médico” es muy lindo, amable y guapo, aunque sobre su preparación no sepamos ni jota.
Dejemos nuestra vida en las manos del vecino porque un coach de vida nos dijo que debemos confiar en la gente. Dejemos a nuestro hijo en esa guardería tan a la mano que acaban de abrir en la esquina porque los dibujitos del frente son muy llamativos y “se ve segura”.
Olvidemos que para construir puentes se requiere ser ingeniero; que para redactar libros se requiere al menos conocimiento del lenguaje; que para colocar un catéter se requiere ser enfermera; que para defender a un inocente se necesita ser abogado; que para curar animales es preciso ser veterinario.
Dejemos el país, por ahora, en manos de quien dice las verdades y sabe enfrentarse a los poderes fácticos y suprimir fideicomisos a unos y crear para otros. Nuestro México puede con eso y más. Si el PRI pudo transar, robar y saquear durante 70 años y aquí seguimos, que tanto daño pueden hacer seis años.