Por Iliana Hernández/Infosavia
“De la noche surgió todo”, dice abue
“todo era noche
y la soledad parió a los muertos
y los muertos —hágase la luz—
comenzaron a dar a luz
y después vinimos nosotros”, dice abue.
Florentino Solano, Origen
Ya amanece la noche en esta Ensenada. Todos los habitantes silentes de mi casa siguen en su sitio, acumulan polvo, aunque me resista a verlo. Yo sumo horas menguantes, ansío caminar por espacios abiertos: nombro al desierto y a las dunas. Escucho requintos y sones veracruzanos para ir dando paso a hormigas más activas en esta necedad de ver, de estar afuera. Tomo mezcal y café intercambiando maullidos con los gatos abandonados de la calle. Unperro callejero viene de cuando en cuando a revisarme la mirada; “no estás enferma”, me dice sin parpadear, luego encamina a los pichones hambrientos hasta el final de la calle.
Tengo un cerro en esta lejanía de nubes, allá se ve el Cañón de Petra, tiene una cruz de cemento y desde ahí se domina la presa Emilio López y las emociones, no es raro ver caminantes llorar a su pie; a veces por la mucha alegría o la falta de condimentos que les enchilen la vida, sabores de mesa antigua. A todos nos hace falta sal y pimienta para el bien gozar o el bien sufrir.
La madrugada me acompaña, como a todos ustedes, su cara es amorosa y no pide mucho, dice: “no te duermas, esta es tu vida también, tu boca seca y tus brazos y la gata negra que se pierde en las sombras de lo que temes, no sientas culpa, eres inocente”. Yo la escucho y me acurruco con lamadrugada y el insomnio, ellos arropan el pensamiento, saben quiénes somos en este mirar el techo para no morir de mucho imaginar, de sangrar la esperanza.