Por Iliana Hernández Partida
Nada de esto sobrevivirá
Me digo en días negros con minutos contados
Ni los comercios de pinturas acrílicas
Ni los subways donde mujeres negras se contemplan las uñas
Nada seguirá existiendo
Ni los norteños ejecutando el acordeón
Como la presión atmosférica o el voltaje en los nodos
Y parece que así debe ser
Los tiraderos de fast fashion donde artistas emergentes escarban
Aumentan el cargo de conciencia la melancolía por la planicie
Por descansar la vista en la copa de árboles inexistentes.
Pero nada de esto sobrevivirá
Eso me dije cuando mi padre murió sin aviso oportuno
Y quedaron sus zapatos nuevos en el closet de los secretos
quedó su chamarra de Rocky Mountain Elk Foundation
Que heredó mi esposo unas semanas después en diciembre de 2014
Y fue feliz porque hace muchos años quiso ser parte
De la fundación y recibir la revista donde se describe el bramido de los alces
Y sus temporadas de apareamiento
sus ojos desorbitados cuando reciben la bala.
Nada quedará del bugling de los alces buscando el río para beber
A La hembra para olisquear otra generación
Nada de esto sobrevivirá, ni los anuncios de ocasión
La comida enlatada, las aspiradoras, los calentones o microondas
Todo el desgaste de la carne del mundo
El agotamiento de cenotes, mantos y ríos subterráneos
Las miradas de Inés Arredondo y los parias que ha narrado
Nada de esto sobrevivirá dijo Octavio Paz
Dijo nadie recordará su nombre en cincuenta años.
Porque así debe ser
Para que otros olviden el horror
La palabra crítica, el verso roto, edificios que sucumben al odio
Los senderos ya no bifurcarán fiestas sin cubrebocas
La duda se instalará como un pan sobre todas las mesas
No podremos reconocer los ojos de los otros
Porque ni nube ni refugio virtual podrá alojar nuestra memoria
Y no habrá más granjas de atunes en el Pacífico
Ni cientos de dentistas con empleo seguro en el pueblo de Los Algodones
Todo será arrasado por fuegos perpendiculares
Las casas de madera de California, nuestro deseo oculto.
Un mara’akame lee los restos de mi mezcal
Mi suerte es la de un geranio olvidado en la esquina del jardín
Y está bien, agoto la tarde con los resplandores de estas horas
Es así la historia.