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Ornitorrincos. Atesorar el mundo

 

Iliana Hernández*

La Enciclopedia (1751–1772) es un compendio de artículos de diferente extensión, arbitraria si se quiere, pero con la intención clara de subrayar los males que oprimían a la sociedad de su tiempo. Su valor es el registro detallado de las preocupaciones de los intelectuales del siglo XVIII, y la manera en que sortearon la censura al publicar denuncias veladas tras referencias cruzadas que se incluían en los artículos; los temas se alargaban con la intención de llegar a otros más punzantes. Su nacimiento tuvo el padrinazgo de mentes influyentes como la de Voltaire.

Si bien es un esfuerzo que parece centrado en la figura masculina sería interesante saber a ciencia cierta de qué maneras algunas mujeres colaboraron de cerca en su creación.

La redacción de los artículos de la Enciclopedia presenta excesos por parte de los colaboradores, como el hecho de ostentarse, cobijados bajo la libertad de expresión que la obra les brindó, como especialistas en materias en las que no tenían injerencia directa, descripciones que habrían obtenido de trabajadores y artesanos que en su mayoría no fueron mencionados en los créditos por la recopilación de información, mucho menos se les invitó o permitió colaborar como escritores especialistas en sus áreas. La Enciclopedia tuvo varios autores consistentes y brillantes, pero no los suficientes para abarcar las ramas del conocimiento de la época.

La influencia política que la Enciclopedia emanó se debe a un artículo denominado Économie (Moral y Política) de Rousseau, aunque tardaría en ser valorado como una aportación de gran peso en los sucesos políticos que estaban cambiando al mundo, el mismo Diderot, aparte de la tarea descomunal de coordinar todas las etapas editoriales de la obra, escribió artículos de índole política que contribuyeron a la claridad y reflexión de fenómenos políticos.

Cabe resaltar la aportación que el doctor Quesnay (1694-1774) dio a la Enciclopedia, en la esfera económica y a través de sus artículos Fermiers y Grains (Agricultores y Granos) en los que establecía su reacción contra el mercantilismo del gobierno al enaltecer el pensamiento fisiocrático que ponía su fe en la riqueza a largo plazo y consistente que vendría de la agricultura a través de la propiedad de la tierra y no la propiedad de los medios de producción.

La Enciclopedia promovió la investigación, la escritura con propósito, la trascendencia del conocimiento humano, el pensamiento crítico, la inclusión de saberes dispersos, la reflexión sobre fenómenos sociales, económicos y políticos, la curiosidad, el trabajo en equipo de intelectuales y hombres renacentistas que se echaron a cuestas una tarea gigante con limitados recursos de investigación.

Es, hasta nuestros días, testimonio de un atrevimiento intelectual desproporcionado que antecede a la misma sed de acumulación de hechos y conocimiento que ahora tenemos al alcance de una tecla: Internet.

Sin duda que los creadores de la Enciclopedia estarían maravillados de que exista texto de fácil acceso y susceptible a ser modificado en tiempo real y desde cualquier punto geográfico. Si reflexionamos sobre las debilidades de la Enciclopedia, algunas de ellas pueden encontrarse fácilmente en Wikipedia, como la información que puede ser desvirtuada, ya que mucho de estos registros se ingresan por colaboradores no siempre especialistas en los temas y con una agenda política a cuestas.

 Lo anterior recuerda a lo expresado por los entusiastas de la Enciclopedia cuando se hizo evidente la cantidad de errores que contenía, éstos aseveraban que de igual manera y en esas condiciones era preferible a que no existiera. ¿Hoy podríamos decir que es mejor tener Internet a carecer de ella?, ¿Qué sueño de humos alucinantes nos esperan en ese salón de terciopelo y excesos que es la Inteligencia Artificial?

Otra era densa ha llegado: Imaginación y lenguaje para saborear o destruir el tiempo presente.

* Iliana Hernández (Tepic, Nay., 1972) es traductora, docente y escritora. Reflexiona constantemente sobre sus hijas, aprende. Ama los textiles mexicanos y los pueblos. Camina para pensar y escribir en el aire. Respira.

Foto: Pexels