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Mercado municipal de Mexicali, también es del Centro Histórico

 

Por Yolanda Sánchez Ogás*

El Mercado Municipal de Mexicali tuvo una larga historia de casi 90 años al servicio de la comunidad mexicalense. Fue inaugurado por primera vez en 1924, durante el periodo del gobernador Abelardo L. Rodríguez. En la Memoria Administrativa de 1924-1927, del gobierno del Distrito Norte de la Baja California, se informa:

Pocos años después de iniciar sus actividades el mercado se quemó y fue reconstruido por el Concejo Municipal de 1927, con un costo de $28 588.00. Durante más de 25 años el Mercado Municipal fue el centro de la vida comercial, tanto para los habitantes de la ciudad como del valle de Mexicali.

“Las anteriores administraciones habían puesto poca atención en un servicio tan importante, como es el de un mercado público en una ciudad cuyo desarrollo marcha de acuerdo con la civilización moderna. Por tal motivo y para hacer desaparecer las ventas ambulantes de artículos de primera necesidad, que en su mayoría eran atendidas por individuos de raza asiática, así como las barracas de madera que constituían un repugnante espectáculo para la ciudad, se inició la construcción de un mercado municipal, establecimiento moderno, en condiciones de higiene y amplitud suficiente para alojar en él a todos los comerciantes mexicanos que requiera el comercio local.

El mercado Municipal es de estilo norteamericano, de construcción de cemento armado y tiene excelentes servicios de luz y ventilación. Está dividido en compartimientos de madera y de hierro, en los cuales se venden los diferentes artículos agrupándolos según su clase y necesidades de conservación y presentación…El costo del pernotado edificio ascendió a $64 520.00”

El mercado era un edificio grande con frente a la avenida Obregón, con la parte sur del edificio abierta y allí estaban los puestos de comida juntos. Eran una serie de mesas con bancas, sin paredes, donde podía verse a las cocineras preparando los típicos comidas mexicanas, les llamaban “las mesitas”, y casi todas llevaban el nombre de su propietaria; “Rositas”, “Teresita”, “Marías”. Después del segundo incendio, al reconstruirse el mercado, los puestos se separaron, se dejó un callejón entre el mercado y el área de restaurantes cerrados. 

Durante varias décadas, en el mercado se podían satisfacer todas las necesidades de la familia. Era un pequeño centro de abastos, con 45 puestos que ofrecían todo tipo de mercancías; zapaterías como la “Marilú” de Josefina Trejo, ropa, carnicerías, abarrotes, queserías, expendio de café, frutas y verduras, mercería, ropa y artesanías mexicanas. Estaba también la peluquería de don David.

Los olores de las frutas, quesos y café se mezclaban con los olores de la comida preparada, provenientes de la sección de comida preparada, “las mesitas”. Callejón de por medio, con vista a la calle entonces llamada “del Árbol” y ahora Pedro F. Pérez y Ramírez, se encontraban varias construcciones de madera, entre los que destacaban los restaurantes Marianas y Chapultepec de doña Elvira Flores, famosos por su menudo, champurrado, tamales y sopes.

El administrador del mercado era a mediados del siglo XX el señor Juan Ibarra. Algunos de los locatarios de entonces eran Enrique Anaya Chávez (frutería), Don David, (peluquería), los hermanos García (ahora con mercados en Caléxico), Elvira Flores (Chapultepec), Josefina Trejo (zapatería Marilú), María Luisa de Domínguez (restaurante Marilú), María Reyes (mesitas).

Algunos antiguos locatarios recordaban que en el restaurante Marilú estuvo la cantante “Toña la Negra” disfrutando del famoso menudo de doña María Luisa de Domínguez. Pero sobre todo era común la visita de algunos jugadores de los Águilas de Mexicali, que entonces participaban en la Liga Sunset; iban a cenar Mario Hernández, el Rompopa González, Jesús Generalito Amaro, Manuel Fuentes, Maquinita Laffin y otros.

La alegría desbordaba en los concurridos restaurantes del mercado municipal las madrugadas del domingo. Los jóvenes que habían asistido el sábado a bailar en la Cámara de Comercio de Mexicali, la Logia Masónica o el Casino Obrero, al terminar la fiesta pasaban a disfrutar del menudo y champurrado.

También los agricultores del valle acudían al mercado. Además de comprar mercancías, eran clientes habituales de las loncherías y restaurantes, donde existía el sistema de abonados para quienes acudían con frecuencia. Mientras esperaban entregar el algodón en la Jabonera del Pacífico, y otras despepitadoras cercanas, era común que acudieran a alimentarse al mercado.

Era tanta la afluencia de amas de casa y agricultores que acudían al mercado en busca de mercancías, que, en temporadas especiales, los comerciantes solicitaban permiso adicional para abrir los domingos hasta las cinco de la tarde y el resto de la semana hasta las nueve de la noche.

En pleno auge del mercado, en 1952, otro incendio destruyó parcialmente el inmueble. El fuego se inició alrededor de una virgen, la llama de las velas alcanzó los papeles que adornaban el altar y se extendió hasta alcanzar una buena parte del inmueble. Por el intenso movimiento comercial no fue posible esperar a la reconstrucción y los puestos se colocaron en la calle. Allí funcionaron durante tres años. El inmueble fue reconstruido e inaugurado el 25 de noviembre de 1955. Desde entonces hubo reglas más estrictas para protegerlo.

En 1962, el reglamento municipal de mercados, prohibió a los locatarios que se fijaran imágenes de cualquier especie y que se encendieran veladoras, lámparas, velas o fuego en el interior de los puestos, quienes violaran estas reglas serían sancionados con fuertes multas.

Para la década de los años sesenta, además de los puestos comerciales funcionaban en las instalaciones del mercado dos bancos; Banco de Baja California y Banco de Comercio de Baja California, el Patronato de Asistencia Pública del Estado y la Agencia de la Delegación de precios. En la planta alta funcionaban la Liga Municipal de Organizaciones Populares, bolsa de trabajo, Ministerio Público Federal, Comité Regional del PRI, Asociación de Periodistas de Mexicali, Unión de Artes Gráficas, el Sindicato de Trabajadores al servicio de los Poderes del Estado.

Muchas parejas de mexicalenses unieron sus vidas y miles de niños nacidos en la ciudad y el valle fueron registrados en la parte alta del mercado, donde se encontraban las oficinas del Registro Civil.

Otro servicio que se ofrecía en el mercado era la biblioteca pública municipal. La primera biblioteca que hubo en Mexicali a partir de 1925, estuvo por la avenida Pedro F. Pérez y Ramírez, donde actualmente es el Archivo Histórico del Estado, fue clausurada a mediados del siglo XX. Por esa época se inauguró en el mercado la biblioteca pública Eva Sámano de López Mateos.

En la esquina izquierda del mercado, por avenida Obregón había una librería. Los libros se exponían sobre mesas, en estantes, libros por todos lados, parecía que sería posible encontrar el título que se buscaba. Sin embargo, la librería era atendida por su propietario, que conocía cada uno de los libros que había en su negocio y atendía con diligencia a los clientes.

En la década de los años sesenta, el mercado fue perdiendo locatarios. Los antiguos 45 puestos de mercaderías se convirtieron en la galería Arroyo y otras oficinas de gobierno. Pero el golpe de muerte se lo dio el temblor del 4 de abril de 2010. Fue destruido y aunque es un edificio municipal, las autoridades poco caso han hecho de repararlo.

Trece años y varios gobiernos municipales han pasado, pero no han tenido interés en reconstruirlo.

El próximo año se cumplirán cien años de su inauguración y no hay indicios de que vaya a repararse.

Se habla mucho del centro histórico al que se le han invertido millones de pesos en vialidades y adornos chinos, que los chinos nunca se preocuparon por colocar, pero al parecer las autoridades ignoran que el centro histórico no solo son dos cuadras de la avenida Juárez y dos o tres más que se han pavimentado, sólo donde tienen sus negocios.  

*Es profesora normalista e investigadora de la historia bajacaliforniana. Autora del varios libros de texto: historia regional (1988), Bajo el sol de Mexicali, El movimiento agrario del valle de Mexicali (1987), De tierras muy lejanas (1988, en coatoría con Gabriel Trujillo Muñoz). Designada cronista de Valle de Mexicali y entre sus últimos libros esta “Historia de los chinos en el Valle y ciudad de Mexicali”