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Los primeros panteones en Mexicali

 

Por Yolanda Sánchez Ogás*

La periodista Ivet Lee Lott del periódico Missouri estuvo en el Valle Imperial en 1906, durante la inundación. El 19 de julio de ese año, escribió:

“Cruzamos una pequeña zanja y nuestro guía nos dijo que estábamos bajo la bandera mexicana, así que puedo decir con sinceridad que estaba fuera del territorio del Tío Sam.

“Pasamos por muchos restos de estructuras en muy mal estado y llegamos a un cementerio destrozado.  Contaba con ocho cuerpos, pero el río había enterrado a dos de ellos en sus profundidades y el tercero se agrietó y cayó esa noche.

“Una de las tumbas estaba bastante abierta, siendo una pequeña bóveda doble con orificios en los extremos. Al examinarlo, encontré que contenía un ataúd casero muy grosero, con algunos otros artículos cubiertos de polvo”.

Es la única descripción conocida del primer panteón de Mexicali. En ese tiempo, las únicas calles con casas-habitación o comercios eran la avenida Porfirio Díaz (Madero) y Ramón Corral (Reforma), y la primera sección terminaba hacia el este, en avenida Morelos. Esto indica que el panteón se encontraba muy cerca de la línea divisoria. 

En febrero de 1907 se controló la inundación y poco después los mexicalenses, refugiados en Caléxico, regresaron a reconstruir su ciudad. Una necesidad era buscar un terreno para panteón y se destinó una manzana localizada en el límite sur de la primera sección, con el frente por la avenida Hidalgo. Allí funcionó como primero y único panteón de la ciudad, poco más de dos décadas.

Este predio y sus tumbas estuvieron abandonados 20 años. Cuando los trabajadores de molino harinero que se incendió formaron una cooperativa, crearon su propia empresa, el molino de harina “El Clavel”, en avenida Altamirano. Estos trabajadores solicitaron un terreno para crear un jardín de niños y guardería para sus hijos. Se les cedió el terreno del antiguo panteón.

En 1939 inauguraron el jardín de niños Gabriel Leyva y allí acudían los hijos de los molineros. En la actualidad, ese jardín sigue prestando los mismos servicios a todos los padres que lo soliciten: educación preescolar por la mañana y guardería por la tarde. El jardín tiene edificios nuevos, pero conserva varios edificios originales en espera de apoyo para ser reconstruidos.

Panteón de los Pioneros

A finales de 1918, el gobernador Esteban Cantú consideró que el panteón Número Uno ya carecía de espacio y ordenó la construcción de otro panteón.

Este panteón empezó a funcionar el 15 de noviembre de 1918, pero su registro oficial fue a partir del primero de enero de 1919, cuando se autorizó el primer libro oficial, por el presidente municipal interino Agustín Martija.

En el libro de registros se consigna que del 15 de noviembre al 31 de diciembre de 1918 fueron inhumados sesenta cuerpos, sin detallar nombres ni causas. La primera inhumación registrada es la del extranjero John Chasey, quien falleció en el club El Tecolote .

En el libro se registra también la cooperación de $2000.00 por parte de la comunidad china, para contar con un terreno propio para sepultar a personas de origen chino. Este predio estaba en la orilla este y fue conocido por los mexicalenses como “panteón chino”.

Cuando el Ayuntamiento proyectó el área recreativa con alberca, que se localiza en esa zona, el panteón chino desapareció. Se convocó a los descendientes de chinos que tenían parientes sepultados allí, para que los trasladaran a otros panteones. Muchos lo hicieron, pero quienes ya no tenían parientes fueron sepultados en una fosa común en el panteón Centinela.

Una costumbre de los primeros años obligaba, a que un policía u otro funcionario, presidiera la ceremonia luctuosa.

La primera funeraria perteneció a Rafael Corella, (El Corellón), y su nombre aparecía con frecuencia en los registros de defunción. Al finalizar la década de los años treinta, se registraba el nombre de Benjamín Escandón, también dueño de una funeraria, presidiendo dichas ceremonias.

Destaca la tumba de Tomás Beléndez, encargado de la aduana de Los Algodones durante la invasión magonista de 1911. Fue herido en la defensa de la población, pero se recuperó y siguió trabajando para el gobernador Esteban Cantú hasta su deceso en enero de 1919. Por la importancia de Beléndez, su inhumación fue presidida por el gobernador, y su tumba fue declarada ROTONDA DE LOS HOMBRES ILUSTRES, como quedó consignado en el registro:

“Enero 27, 3:00 p.m Tomás Beléndez de 34 años (…) Se inhumó en departamento especial destinado a Rotonda de los Hombres ilustres y ocupa 16 sepulturas. El C. gobernador presidió el cortejo y queda a perpetuidad”

Don Antonio Banuet, funcionario durante el gobierno de Cantú, quien estuvo presente en la ceremonia, solía visitar el panteón y en repetidas ocasiones hizo comentarios sobre la capilla al señor Guillermo Estrada (qepd), quien vivió a un costado del panteón desde 1928 y fue encargado del lugar durante muchos años.

Estrada recordaba que la cripta tenía una puerta de vidrio y se podía entrar a ver las gavetas vacías. Los niños del vecindario iban a jugar al panteón, causando algunos problemas a la rotonda. Al iniciar la década de los años cuarenta, la puerta se quitó y en su lugar se colocó una pared de cemento. El resto de las gavetas nunca se ocuparon.

Las grecas y el cerco de la cripta eran iguales a las que tenía la casa del coronel Esteban Cantú y la aduana vieja que se encontraba por avenida Obregón. A un costado colocaron el nombre de Rotonda de Los Hombres Ilustres y en lo que fue la puerta tiene una imagen de la virgen de Guadalupe.

Cantú, quien se preocupó por dotar a Mexicali de una Rotonda en ese antiguo panteón, al morir en 1962, fue sepultado en otro. 25 años después, en 1987, por petición de la Sociedad de Historia y Geografía que entonces existía y el patronato del panteón, con el consentimiento de la familia Cantú, sus restos fueron trasladados al panteón de los Pioneros, pero no se sepultaron en la rotunda de los hombres ilustres.

Actualmente el panteón está descuidado, carece de cerco en la parte trasera y se introducen algunas personas sin casa, y hemos encontrado que ocupan las tumbas de cemento, grandes, como camas. Ojalá las autoridades municipales den mayor atención al panteón de Los Pioneros y muy importante: que preserven los libros de registros que se encuentran allí, a expensas del vandalismo que sufre el panteón.

Esos primeros libros, muy antiguos y en malas condiciones, ojalá ya hayan sido trasladados al Archivo Histórico Municipal. 

*Es profesora normalista e investigadora de la historia bajacaliforniana. Autora del varios libros de texto: historia regional (1988), Bajo el sol de Mexicali, El movimiento agrario del valle de Mexicali (1987), De tierras muy lejanas (1988, en coatoría con Gabriel Trujillo Muñoz). Designada cronista de Valle de Mexicali y entre sus últimos libros esta “Historia de los chinos en el Valle y ciudad de Mexicali”.