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Loma Linda, mi barrio

 

Loma Linda, mi barrio

Por Yolanda Sánchez Ogás

El barrio de Loma Linda fue muy populoso en la década de los años cuarenta. Surgió al oeste del barranco, en la sección tercera de Mexicali, creada durante el gobierno del coronel Esteban Cantú (1915-1920). Abarcaba desde el puente Colorado hasta la avenida Zacatecas y desde el barranco hasta la calle Quinta, colindaba al oeste con Pueblo Nuevo y al sur, con ranchos de chinos y mexicanos.

Una característica de Loma Linda era su lomerío, resultado de la inundación que destruyó Mexicali de 1905 a 1907. Quedó también un barranco que corría paralelo a la calle Primera, a unos cien metros de distancia. Este barranco, de varios metros de profundidad llevaba agua y los padres prohibían a los niños, acercarse a él. Esa orden no siempre se obedecía y era parte de la diversión; observar el agua caer al barranco de un tubo colocado por los callejones.

La población de Loma Linda era de escasos recursos. Las casas se construían de adobe parado, por lo que resultaban bastante frescas en verano. La mayor parte de las casas tenían grandes ramadas o tejabanes donde la gente dormía, cuando el calor era fuerte, con toda seguridad.


En las décadas de los años cuarenta y cincuenta, el agua aún llegaba a las casas por canalitos y era gratuita. Un canalero se encargaba de mantener limpio el canal y cada propietario de predio hacía un canal hacia el interior de su lote para llenar su estanque, algunas veces encementado. Mi padre, a un lado del estanque, construyó una torre y colocó un tanque para distribuir el agua, mediante tubería, a varias partes de la casa.


Como el agua era gratuita, casi todos los lotes, que eran de 25×50 metros, tenían muchas flores y árboles frutales: higueras, moras, duraznos, chabacanos, vid. Para tener sombra se sembraban las “lilas” o piochas. Durante el gobierno de Braulio Maldonado, el agua empezó a cobrarse y mucha gente dejó secar los árboles. Otra razón fue que al crecer los hijos fueron construyendo sus casas en los mismos predios y más árboles desaparecieron, dando como resultado un barrio desolado.


Había pinos salados, cuya sombra mitigaba el calor y sus retorcidos troncos eran el juguete favorito de los niños. Fáciles de trepar, de sus ramas, se colgaban los mecates de rústicos columpios. Estos pinos crecían a ambos lados de las calles, porque fueron sembrados por el gobierno en la década de los años veinte para que absorbieran el polvo de la ciudad. Con el tiempo, también fueron derribados.

En ese tiempo radicaban en las calles Tabasco y San Luis y entre el barranco y la calle Primera, las familias Padilla Moreno, Sánchez Ogás, Lozano, Ramírez, Romero, Hernández, Flores Hernández, Alvarado, Valenzuela, Moreno, Mojarra, Castañeda y otras. Una época esperada por los niños era la navidad, el señor Alfonso Padilla, trabajaba con Gustavo Vildósola y por esos días llegaba con un camión cargado de juguetes para regalar a los niños de Mexicali. Los vecinos éramos los primeros que recibíamos juguetes.

La tienda de la esquina frente a la escuela se llamaba Victoria y allí se adquirian algunas mercancías, pero el queso, la leche y las verduras las vendía la señora Enriqueta, “la viuda”, que cada mañana recorría el barrio en su carreta jalada por caballos. Cuando por las lluvias o algún otro motivo doña Enriqueta no pasaba, iban a comprar esos productos a su rancho, llamado de “las viudas”, al sur del barrio.

Muy poca gente acostumbraba tortillas de maíz, para ellos estaba una tortillería por calle Primera y Puebla. Era la tortillería de la familia Valenzuela, de la cual destacó el cantante Gilberto Valenzuela. Otro conocido cantante mexicalense, Jorge Álvarez, también vivió en el barrio. Algunos pobladores provenían de Estados Unidos y acostumbraban las tortillas de harina hechas en casa.

La iglesia apostólica de la Fe en Cristo Jesús fue creada en 1922 de manera provisional en avenida Guanajuato y su construcción definitiva fue en 1924, por calle Tercera y avenida Puebla donde aún se encuentra. Por la cercanía, mucha gente del barrio profesaba la religión protestante.

Durante 20 años, Loma Linda no tuvo escuela. En 1938 la profesora Trinidad Gil en un local prestado fundó la primera escuela en los límites del barrio. Tres años después, en medio del regocijo de los pobladores, los alumnos desfilaron de sus aulas provisionales a la nueva escuela Vicente Guerrero, en avenida Tabasco y calle Primera, a donde llegó como nueva directora, la profesora María de Jesús Gil.
En 1949, cuando entré por primera vez a esa escuela se me hacía enorme. Era de madera y el frente daba para la calle Tabasco. Estaba construida en forma de u y al centro había un patio asfaltado donde jugábamos softbol. Al entrar había un pasillo y allí estaba el piano, donde el profesor Roberto Contreras Alemán impartía su clase de música. Mis profesoras de primero y segundo fueron Celia Cota Valenzuela y Esperanza Ramos de López.

En 1946 el barrio tuvo jardín de niños; el Rosaura Zapata por avenida Zacatecas, fundado por la profesora Consuelo Figueroa Dueñas. El jardín contaba con un salón de cantos y juegos, aulas y un patio con columpios, resbaladeras y otros juegos. Había un gran predio donde los niños cultivaban hortalizas.
106 años después de su creación, estos barrios; Loma Linda, Pueblo Nuevo, Esperanza, Santa Clara, todos de la sección tercera, se encuentran en el más completo descuido. Edificios en ruinas, calles sin pavimento, alto índice de delincuencia. Gobiernos municipales, uno tras otro, no voltean para esas colonias, que sufren el total abandono oficial.