Por Yolanda Sánchez Ogás/Infosavia
La revolución maderista de 1910 inició sus acciones militares de manera paralela con otra alternativa de lucha dirigida por el grupo magonista y la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano. La fuerza adquirida por Francisco I Madero forzó a los magonistas a volcar sus acciones en Baja California, lugar considerado estratégico por su lejanía del centro del país y las escasas fuerzas militares que tenía.
Entonces, las tierras del valle de Mexicali pertenecían a la Colorado River Land Company y la Sociedad de Irrigación y Terrenos de Baja California, filial de la compañía estadunidense California Development Company era dueña del agua. El ferrocarril Southern Pacífic también tenía intereses en Mexicali. Estas compañías eran muy influyentes y presionaron a los gobiernos de México y Estados Unidos para que actuaran contra los revolucionarios magonistas.
En 1911, la población de la ciudad de Mexicali era de alrededor de 500 habitantes y con los indígenas cucapá y rancheros diseminados por el valle había aproximadamente 3 mil personas. Los últimos meses de 1910 se había iniciado una campaña entre indígenas y rancheros para informar e invitarles a unirse al movimiento. Fue realizada por Fernando Palomares, Camilo Jiménez y Pedro Ramírez Caule, quienes recorrieron la región, localizaron ranchos y aguajes que sirvieran a los insurrectos. También, ocultaron armas y municiones en la laguna Salada.
Margarita Ortega Valdés, originaria de Tecate, miembro del PLM desde 1910, también participó en Mexicali; fue propagandista, correo, enfermera, condujo armas y en algunos casos fue combatiente. Al triunfar la revolución maderista fue exiliada junto con su hija Rosaura y les amenazaron con fusilarlas si regresaban a Baja California. Al llegar a Yuma, Arizona fueron arrestadas. Salieron de la cárcel, su hija murió y Margarita regresó a Sonora. Las fuerzas de Rodolfo Gallegos, un antiguo magonista convertido en maderista, la detuvieron y regresaron a Mexicali, donde los huertistas la arrestaron y torturaron. Margarita Ortega murió fusilada en Mexicali en noviembre de 1913.
El 14 de julio de 1914, Ricardo Flores Magón escribió acerca de la muerte de Margarita Ortega:
“…Esta mujer extraordinaria era miembro del Partido Liberal Mexicano cuyos ideales comunistas-anarquistas propagaba por medio de la palabra y la acción. En 1911, Margarita fue el lazo de unión entre los elementos combatientes del Partido Liberal Mexicano en Baja California. Hábil jinete y experta en el manejo de armas de fuego, Margarita atravesaba las líneas enemigas y conducía armas, parque, dinamita, lo que se necesitaba, a los compañeros en el campo de la acción. Margarita Ortega tenía un gran corazón. Desde su caballo o detrás de un peñasco, podía tener a raya a los soldados del gobierno y poco después podíase verla cuidando a los heridos, alimentando a los convalecientes o prodigando palabras de consuelo a las viudas y a los huérfanos…”
La revolución en Mexicali
El 29 de enero de 1911, un destacamento de 19 hombres dirigidos por los mexicanos Simón Berthold Chacón y José María Leyva tomó Mexicali, casi sin disparar y con saldo de un muerto. La labor de proselitismo de Palomares, Caule, Ortega y Jiménez dio resultado y a las dos semanas había ya 120 magonistas en Mexicali. La población mexicalense se refugió en Caléxico, California y allá permaneció hasta finalizar el conflicto, en junio de 1911.
En el ataque murió un guardia y fue encarcelado el subprefecto Gustavo Terrazas Gustavo, quien pagó rescate para que los magonistas lo liberaran.
Después del ataque a Mexicali, William Gray Otis, dueño de la Colorado River Land Company solicitó al gobierno de Estados Unidos su intervención para que enviara protección al latifundio. Especialmente les preocupaba que los revolucionarios hicieran daño a las obras de irrigación, que el coronel J. A. Ockerson estaba realizando para proteger al valle de posibles inundaciones.
Al iniciar la invasión, la vigilancia en la frontera era mínima y para los rebeldes fue fácil conseguir y pasar armas y alimentos de Caléxico a Mexicali, pero después del ataque del 29 de enero, a solicitud de Gray Otis y del embajador de Estados Unidos en México, Henry Lane Wilson, el presidente William H. Taft envió 20 mil soldados a la frontera. Estos soldados se apostaron entre San Isidro, California y Yuma, Arizona. Estados Unidos también aplicó la ley de Neutralidad, que impedía a los estadunidenses apoyar con armas, dinero y alimentos a movimientos armados en México.
El 15 de febrero de 1911 llegó de Ensenada a Mexicali un destacamento de soldados dirigidos por el jefe Político y Militar del Distrito Norte, Celso Vega. Se enfrentaron 260 federales a 150 magonistas dirigidos por José María Leyva y Simón Berthold. Fueron derrotados los federales, Celso Vega fue herido y tuvo que regresar a Ensenada. Los rebeldes, dirigidos por William Stanley atacaron el poblado Los Algodones el 21 de febrero. En este enfrentamiento murió Cecilio Garza, que fue sepultado en Andrade, California y fueron heridos Manuel Amador y Tomás Beléndez.
La Colorado, para proteger sus intereses solicitó al gobierno del presidente Francisco León de la Barra permiso para crear un cuerpo de protección llamados “guardias blancas”. El gobierno lo autorizó, pero ordenó que no usaran uniformes. Las guardias blancas permanecieron en Mexicali hasta la salida de la Colorado en 1946.
El coronel Miguel Mayol, con 400 hombres del 8º Batallón de Infantería salió de Ensenada el 26 de marzo de 1911, y llegó a Mexicali. Mayol llegó a la zona en conflicto y tuvo un enfrentamiento con los liberales el 8 de abril en el rancho del estadunidense Leroy Little, a unas ocho millas al oeste de la ciudad, donde murió el jefe rebelde William Stanley. Los federales continuaron su camino y se establecieron entre dos campamentos de trabajo, lo que dificultaba la realización de las obras.
El ingeniero en jefe, J. A. Ockerson solicitó a Mayol que las tropas se trasladaran al empalme o a Los Algodones, lo que serviría además para proteger los trenes que se usaban en las obras. Después de la batalla en Los Algodones, los magonistas se replegaron hacia la sierra de Juárez, El Álamo. San Vicente, Tecate y Tijuana, donde hubo algunas acciones. En Mexicali quedó un pequeño destacamento bajo las órdenes de Rodolfo Gallegos.
Los dueños de la Colorado river Land Company se entrevistaron con Madero en Texas y le solicitaron apoyo para acabar con los magonistas. Madero a su vez, el 1 de junio ordenó al presidente interino Francisco León de la Barra que enviara tropas a Baja California. El mayor Esteban Cantú Jiménez llegó a Mexicali el 26 de junio y ordenó a los rebeldes la entrega de armas. Rodolfo Gallegos, el último jefe magonista en Mexicali y sus 93 hombres se rindieron a los soldados federales y entregaron sus armas a Cantú, el 27 de junio de 1911.