Por Roberto Valero*
Daniel Cosío Villegas escribió en 1946: “México viene padeciendo hace ya algunos años una crisis que se agrava día con día; pero como en los casos de enfermedad mortal en una familia, nadie habla del asunto, o lo hace con un optimismo trágicamente irreal… Y como de costumbre, los grupos políticos oficiales continúan guiados por los fines más inmediatos sin que a ninguno le parezca importarle el destino lejano del país…”, de mi parte, esto lo enfocaría en Baja California.
Baja California viene padeciendo una crisis desde hace al menos una década, pero lo más preocupante es que se ha acentuado en el último año de gobierno con Marina del Pilar y que muchos bajacalifornianos están empezando a asumir como normal la anormalidad política y económica que estamos viviendo. La vorágine de lo cotidiano y el egoísmo hace que no nos detengamos a pensar en la “anormalidad de nuestra normalidad”. Es como una nube que va adormeciendo. Es como una nube que va adormeciendo y apunta a derivar, parafraseando a Raúl Trejo Delarbre, en una sociedad ausente.
Tal parece que ya estamos acostumbrados a vivir en un Estado donde violentar las leyes son una situación corriente; parece que a nadie le llama la atención que se violenten la Constitución y la Constitución de Baja California, así como otras legislaciones para beneficiar a un pequeño grupo de hampones sin importar que se vive al día y a merced de un Estado que te esquilma con impuestos que además no se sabe dónde van a parar.
Es una sociedad que está dormida, sedada, donde a veces un evento inesperado como el cambio del periodo de gobierno nos despierta brevemente, anunciamos caos, pero pasa un poco la tempestad y volvemos a la siesta, sin nunca haber resuelto el problema de fondo.
El próximo año habrá elecciones y quienes hablan de su importancia no están equivocados, pero lo más importante es saber si se mantendrá la sociedad ausente en el caso de Baja California o seguirá dejando el control a los políticos más ignorantes de la historia moderna.
Finalmente retomo estas palabras de Elie Wiesel, escritor rumano, Premio Nobel de la Paz en 1986:
“La indiferencia, después de todo, es más peligrosa que la ira o el odio. La ira puede ser a veces creativa. Aún el odio a veces puede obtener una respuesta. La Indiferencia no obtiene respuesta. La Indiferencia no es una respuesta. Y por lo tanto, la indiferencia es siempre amiga del enemigo”.
*Presidente del Centro de Estudios Económicos de Baja California