Por Rosa Espinoza/Infosavia
Fíjate bien. Escucha en silencio. Se puede parecer a la soledad, pero no, tiene sus propias formas de acallar en nuestros oídos. Aquieta tu mente y a lo lejos, suena el tren, el aleteo de una paloma, sus pisadas sobre la azotea y más lejos, sorteando las montañas, el tren. El agua también expresa su silencio a través de la gota que, de tanto insistir, horada la piedra, así, quedito, en un no silencio que solo el tiempo es capaz de escuchar. ¿Qué me dices de la mosca que insiste en salir por la transparencia del cristal? Están también, lejanos, los pasos del vecino y la fronda despeinada de la jacaranda que asoma sus puntas sobre los techos y silente, saluda con sus flores violetas en primavera. Las alas de las mariposas emiten, tímidas, una música tenue que no cualquiera escucha son parte del silencio. Cierra los ojos y verás desde adentro tus propios ruidos. Nada es más imposible que lo absoluto cuando se trata del silencio. Nada es más bello que su ruido.