Home » De en seres. Bolso

De en seres. Bolso

 

Foto: Anna Tukhfatullina, Pexels.

Por Rosa Espinoza*

Invocamos un instinto de kanguro –ese animal que termina su gestación en un marsupio–, con un peso al hombro. Un lastre abocardado lleva una carga que guarda un orden y propósito arbitrario: una pluma, la cartera, un paquete de analgésicos, envolturas, recibos de los que hemos perdido su propósito, el cargador del celular, un libro, un encendedor, un paquete de pañuelos desechables, gel sanitizante, crema de manos… El inventario puede ser tan basto como inicuo. Se le dice “complemento femenino” pero en sus orígenes su uso era una prenda masculina. Más allá del contenido de un bolso, uno puede acudir a los altos vuelos y jugar con la idea de que aquello que se sumerge al interior de un artilugio como ese, sin importar sus dimensiones, lleva consigo un valor simbólico. Quizá llenar nuestro bolso, lejos de representar un fardo, es un cúmulo de objetos que nos definen, que determinan lo que queremos, nuestras búsquedas, nuestras pérdidas, nuestros hallazgos. Nos embolsamos las penas, resguardamos las alegrías, sumergimos los corajes. Nuestra mano se sumerge en ese universo en el que pocas veces se encuentra lo que se busca y descubrimos el registro de lo que somos o lo que queremos ser. 

*Rosa Espinoza (Mexicali, B.C., 1968) es poeta, narradora y editora. Es propietaria del sello editorial Pinos Alados. Tiene dos hijos y tres gatos. Actualmente vive en Querétaro.