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Por Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar*
Una declaración del rector de la UABC, Luis Enrique Palafox Maestre, al semanario Zeta publicada el pasado 9 de mayo casi pasó desapercibida, quizá por no ser novedad: “Hay debilidades muy fuertes en matemáticas en los niveles de educación media superior y el tema de la lectura de comprensión, no hemos encontrado un área fuerte de oportunidad de los niveles educativos previos. Inclusive en nuestros estudiantes seguimos tratando de fortalecer estas habilidades para que en el egreso tengan mejores oportunidades de desarrollarse profesionalmente”. Agregó: “Son en general. No tienen relación con la institución de procedencia. No es una regla de que los privados o los públicos sean mejores. Hay de todo” (Navarro, Mosso y Eslava, 2023).
Ni siquiera el propio medio de comunicación le dio seguimiento a lo expresado por Palafox Maestre, a pesar de la gravedad del asunto. ¿Estamos tan acostumbrados a saber que nuestros egresados de preparatoria adolecen de una gran carencia de conocimientos y habilidades básicas que ni siquiera arqueamos las cejas ante una afirmación como la citada?
En este artículo me centraré en lo que respecta a la lectura de comprensión. Pero muy preocupantes me parecen también los otros dos aspectos a que hace referencia el funcionario: las grandes deficiencias en matemáticas y el que no se note diferencia entre los egresados de los sectores público y privado.
Lo dicho por la máxima autoridad de la UABC al semanario tijuanense no es una novedad, en efecto. Catorce años antes, otro rector (Enrique Blancas de la Cruz, del CETYS Universidad), declaró al diario La Crónica que “las nuevas generaciones de estudiantes son personas más creativas y habidas (sic) de respuestas, pero tienen muchas deficiencias en comunicación oral y escrita”. Y agregó: “Los muchachos no saben escribir, no saben leer y quien no sabe leer ni escribir no sabe redactar ni mucho menos tiene la capacidad ortográfica para una buena comunicación” (López, 2009).
Casi tres lustros pasaron y, al parecer, la situación es la misma. No hay mejoría en Baja California, como tampoco la hay en el resto de las entidades: las insuficiencias académicas de los jóvenes de nuestro país han quedado manifiestas de manera recurrente en cada ocasión en que se han dado a conocer resultados de investigaciones sobre las mediciones de los aprendizajes.
Tan solo veamos la información más reciente que proporciona el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA). En 2018, solo “alrededor del 1% de los estudiantes mostró un rendimiento superior en lectura” y el 55% de los que resolvieron el examen internacional se ubicó en, al menos, el nivel 2, que es el básico (OCDE, 2019, p. 3). PISA informó que “el desempeño promedio se ha mantenido estable en lectura, matemáticas y ciencias, a lo largo de la mayor parte de la participación de México” en el programa (OCDE, 2019, p. 1).
Ninguna mejoría, pues, no obstante el paso de los años y la puesta en práctica de diversas estrategias por parte del sector educativo. Lo que se ha logrado es magro, como podemos constatar en dos investigaciones realizadas con una década de diferencia.
A fines de 2011, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) aplicó en el centro del país el Examen de Habilidades Lingüísticas (EXHALING), “diseñado para evaluar habilidades y conocimientos lingüísticos básicos e indispensables para cursar con éxito estudios de nivel superior” (González, 2014, p. 123). Participaron 4,351 alumnos de la zona metropolitana de la Ciudad de México. recién ingresados a once universidades (públicas y privadas), como la UNAM, la UAM, la UPN, el ITAM y la UIA, entre otras. En esa prueba se analizaron la comprensión auditiva, la comprensión lectora, la escritura y la conciencia lingüística (los conocimientos sobre la lengua).
Los resultados no fueron alentadores. Si bien en comprensión auditiva (que se evaluó por primera vez en la república) se obtuvo un 72.6% de aciertos, en comprensión lectora el porcentaje fue de 58.9 y en conciencia lingüística, de 49.5. En cuanto a expresión escrita, los estudiantes redactaron un ensayo, en el que la mayoría de ellos demostró que no contaba “con las habilidades lingüísticas indispensables para enfrentarse a la elaboración de los trabajos escritos que les serán requeridos por los profesores de la educación superior” (González, 2014, p. 220).
Un aspecto que me parece importante destacar es el hecho de que el 80% de los alumnos participantes en el EXHALING dijeron que los estudios de español (lectura y redacción, expresión oral y escrita, etcétera) y literatura en el bachillerato les resultaron fáciles. En efecto, las calificaciones del 90.6% de ellos en esas materias fueron superiores a 8; además, el 87.1% no requirió presentar examen extraordinario alguno ni en español ni en literatura. Con tales resultados, lo esperable habría sido un elevado desempeño de esos jóvenes en las actividades universitarias. Sin embargo, como hemos visto, ocurrió lo contrario.
Cabe preguntarse, entonces, de qué forma se les evaluó en sus clases de preparatoria, cuáles metodologías y estrategias didácticas utilizaron los docentes de las áreas mencionadas en su formación. El estudio de la ANUIES expone: “Tanto la multiplicidad de programas de las materias de español y literatura en español en bachillerato como la falta de estándares estrictos de evaluación en este nivel [las negritas son mías], han provocado que proporciones altas de estudiantes egresen sin haber adquirido las habilidades lingüísticas básicas para iniciar una formación profesional como lo requiere este nivel de estudios” (González, 2014, p. 110).
Volvamos la vista a la UABC. En el primer semestre de 2019 la investigadora Aidee Espinosa Pulido realizó una investigación con estudiantes de primer semestre de tronco común de la Facultad de Pedagogía e Innovación Educativa (FPIE), en Mexicali. Participaron 33 estudiantes, quienes contestaron primero un cuestionario diagnóstico sobre las estrategias que usaban al leer; posteriormente, resolvieron una prueba (pretest) para identificar su nivel de lectura; en las semanas siguientes tomaron un taller de diez horas en cinco sesiones, en el que se les instruyó acerca de las estrategias adecuadas para lograr la comprensión textual, y por último respondieron un nuevo examen de comprensión (postest).
En el primer cuestionario diagnóstico, los resultados evidenciaron que “el uso de estrategias es variable, pero, en general, no es una constante en el apoyo para la comprensión lectora” (Espinosa, 2020). En el pretest, 46% de los alumnos resultaron en el nivel literal (el más básico), 45%, en el nivel inferencial y solo 9% en el nivel crítico (el deseable para los estudios universitarios). Hasta aquí, seguimos confirmando la insuficiencia académica crónica de los egresados de la educación media superior.
Pero, como se anotó, la investigación de la maestra Espinosa incluyó también un taller sobre estrategias lectoras y un postest, en el que se mostraron avances –pues los jóvenes ya sabían cómo leer de manera comprensiva–: ninguno de ellos se encontraba en el nivel inferencial, 36% se ubicaba en el nivel literal y 64% en el nivel crítico.
Tenemos aquí un caso que ejemplifica la limitada preparación de los alumnos de nuevo ingreso en la UABC (solo el 9% de los que participaron en la investigación se ubicaba en el nivel crítico de comprensión lectora). Pero esta medición correspondió solo a un grupo de primer semestre de la FPIE. Sin embargo, podemos suponer –sobre todo si recordamos lo dicho por el rector Palafox Maestre– que en las restantes aulas de la misma facultad y de las demás escuelas y facultades de la universidad se presentaba (y presenta) una situación similar.
Y si bien los estudiantes de la FPIE recibieron el apoyo institucional a través de un taller, cabe preguntarnos qué ocurrió con los restantes grupos e, incluso, qué pasó con ellos mismos en los semestres posteriores: ¿se les siguió acompañando en su alfabetización académica o de nueva cuenta se les dejó a su suerte en cuanto al aprendizaje de la lectura? No tengo información al respecto.
Visto lo anterior, creo que no debemos seguir mostrando desinterés ante lo que expresaron ambos rectores bajacalifornianos en distintos momentos; tampoco, continuar desdeñando las alertas que han lanzado una y otra vez diversos investigadores. Definitivamente no, dada la trascendencia de la lectura –y la competencia lingüística toda– para el desempeño de los estudiantes: “es una actividad cognitiva de gran importancia y complejidad utilizada normalmente para la adquisición de conocimientos […] se convierte en la herramienta principal de aprendizaje para los estudiantes, puesto que la mayoría de las actividades académicas se basan en la lectura. Por tanto, el éxito académico en todos los niveles escolares y principalmente en el ámbito de la educación superior dependerá, en gran medida, de las estrategias y recursos que posee un buen lector” [Espinosa, 2020]).
Coincido con el informe de la ANUIES, que en 2014 calificaba a nuestro sistema educativo como “poco exitoso (…) al formar a los estudiantes en los niveles previos al profesional en lo relacionado con las habilidades lingüísticas”. Pero considero que también los propios docentes y las instituciones educativas de todos los niveles tienen una gran responsabilidad.
Las necesidades educativas de nuestros estudiantes avanzan más rápido que nuestra capacidad de respuesta. Es hora de que salgamos de nuestro letargo.
Referencias
Espinosa, A. (2020, julio-diciembre). Las estrategias de lectura y su incidencia en la comprensión lectora de estudiantes de una universidad pública del noroeste de México. Revista Iberoamericana para la Investigación y el Desarrollo Educativo, 11(21). doi.org/10.23913/ride.v11i21.689
González, R. (coord.; 2014). Habilidades lingüísticas de los estudiantes de primer ingreso a las instituciones de educación superior del área metropolitana de la ciudad de México. ANUIES. http://asambleaanuies.ibero.mx/wp-content/uploads/2013/11/Estudio-EXHALING-6-nov.pdf
López, M. (2009, 7 de marzo). “Falla a jóvenes comunicación”. La Crónica. Consultado el 15 de agosto de 2009 en: http://www.lacronica.com/edicionimpresa/ejemplaresanteriores/busquedaejemplares.asp?numnota=619830&fecha=07/03/09
Navarro, A., Mosso, R., y Eslava, E. (2023, 9 de mayo). “En UABC no hay demanda para ingenierías”. Zeta. https://zetatijuana.com/2023/05/en-uabc-no-hay-demanda-para-ingenierias/
OCDE (2019). México – Nota país – Resultados PISA 2018. https://www.oecd.org/pisa/publications/PISA2018_CN_MEX_Spanish.pdf
*Profesor especializado en Literatura y Lingüística por la UABC y divulgador de la historia local. Correo electrónico: gutierrezaguilar.ca@gmail.com. Sitio web: Tallereando.net