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Caminatas. Robar la vida contemplativa

 

Foto: Rosa Espinoza

Por Alejandro Espinoza*
Recientemente, leí un estudio que destacaba algo importante: una considerable cantidad de personas que vivieron en las generaciones previas a los dispositivos móviles, no recuerdan qué hacían con sus tiempos muertos. ¿Qué hacíamos cuando esperábamos el próximo vuelo en un aeropuerto? ¿A dónde dirigíamos la mirada cuando estábamos haciendo fila en el supermercado? ¿A dónde llevaba sus pensamientos un velador enclaustrado en su cabina de vigilancia? Nadie, o casi nadie de los que vivimos en esos tiempos recuerda qué se hacían con los ojos, las miradas, los pensamientos, qué le sucedía al cuerpo cuando no había nada qué hacer más que esperar y dejarse llevar por el tedio.

Sí, había algunos estímulos, cierto: en México, en las salas de espera de consultorios y clínicas, siempre se encuentra la reluciente pantalla de un televisor que muestra –y hasta la fecha—la programación de Televisa. También había revistas y folletines que promovían los beneficios de x o y medicamento.

Debemos reconocer también que las personas que cargan con libros para leer en estos espacios y en estos lapsos ha sido raro, casi excepcional.

Y claro, también existía la posibilidad de suscitar encuentros con desconocidos, permitirse el galano arte de conversar por el simple hecho de que hay otro ser humano sentado frente a ti y la humanidad a veces podría asumir comportamientos e historias sumamente gratas. Pero el solo hecho de que en estos precisos momentos lo que escribo me resulte tan ajeno, incluso tan poco plausible (ver la tele, sí, conversar con otros en esos contextos, probablemente no. Estaré ocupado en mi iPhone, viendo memes), da cuenta de algo terrible pero a la vez constante en la historia de la humanidad: queremos evitar a toda costa encontrarnos con nosotros mismos, de estar encima de nuestros pensamientos, incentivados por una vida contemplativa que nos interpela, nos hace preguntas importantes, como por ejemplo: ¿qué significa vivir en un mundo diseñado para que yo no haga más que ver mercancías? ¿Cómo imaginar otro mundo posible en un mundo que regula toda condición de posibilidad?

*Alejandro Espinoza (Mexicali, Baja California, 1970). Escritor y accionista. Entre sus obras destacan la colección de cuentos Las visitasLa ciudad y sus silenciosLa Saga: una noveleta filosóficaLas biondas no tienen corazón y En los tiempos de la ocupación. Colaboró como traductor y curador de la serie Archivo Fluxus publicada por Tumbona ediciones, que incluyen los libros Ensayo sin título y otros Happenings de Allan Kaprow y (Auto)biografía de la originalidad de Dick Higgins. Actualmente desarrolla un proyecto de investigación sobre escritura performática para el doctorado en Teoría Crítica del Instituto 17.