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Bicitecleando/La continuidad

 

Bicitecleando/La continuidad

Por Tomás Di Bella/Infosavia

 

Seré breve, solía decir Ibarguengoitia, mexicano experto en política de México – por allá en los setenta-, que cada vez que surgía un cambio de gabinete en el gobierno, no esperaba ni beneficios particulares directos en forma de nombramientos, ni tampoco cambios fundamentales en la manera de gobernar al país. Si hay algún cambio, decía, será sólo de estilo. 

Parece que este relato se repite y que no hemos cambiado mucho en cuanto a forma de gobernar. Creo e infiero que en nuestro país, sucede los mismo o algo similar. 

Es curioso y fenomenológico, que la palabra preferida en tiempos de cambio, sea la continuidad.

Pienso que los bajacalifornianos que conozco, los ciudadanos comunes de la calle, los que veo todos los días en sus trajines de supervivencia, se dividen en tres grupos: el primero es la gran mayoría y que piensan que son rehenes de los malos gobiernos y que no importa que tanto tiempo pase, nada o poco cambiará. 

El segundo piensa que algo va cambiando poco a poco y que lo que se haga en términos sociales ya es ganancia. 

El tercero, los menos, son absolutamente optimistas y afirman que lo mejor que pudo haber sucedido es este cambio de gobierno. Por lo regular son la minoría y pertenecen al gabinete o a las estructuras de gobierno. 

Quizás los tres tangan razón desde su perspectiva. 

La palabra preferida de estos funcionarios es la continuidad –tanto los que salen como los que entran. Continuaremos por el mismo sendero y ampliaremos ese camino, nos dicen. 

O que si queremos seguir progresando habría que continuar con el plan ya establecido y no hacerle cambios más que de estilo y no de fondo, segundos pisos pero no sótanos olvidados. 

Me pregunto si no se dan cuenta de la ironía del asunto. Porque la continuidad también hace referencia a un estilo muy característico del gobierno, como por ejemplo la constante del ninguneo ante los que disienten o los que exigen justicia para sus demandas sociales, caso de los padres y madres de los desaparecidos. ¿Los que arriban a los mandos gubernamentales se sentarán con ellos a escucharlos? Continuará el nuevo gobierno ignorando todas estas cuestiones o continuaremos los ciudadanos quejándonos de que todo sigue igual.

Los nuevos funcionarios se felicitan, se despiden de sus antiguos puestos, se regodean presuntuosos por ser elegidos porque son los que saben dirigir y nos hacen creer a la mayoría de que el arte de gobernar es un truco, que sólo ellos saben cómo resolver los problemas –por eso fueron escogidos- para decirnos qué rumbo tomar, cómo vivir, qué escuchar. 

Y como ellos son los expertos no quieren que participemos. Así ellos se ufanan de señalarnos cuál es el arte, cómo ahorrar energía, cómo educar a nuestros hijos, qué capitales extranjeros recibir, cuál uso se le dé al agua, en quién creer y a quién perseguir. Y lo único que nos corresponde a las mayorías es estar agradecidos por sus magnanimidades y su sabiduría.

Creo que las cosas ya no se tragan tan fácilmente, porque el pueblo es mucha pieza, dice el presidente. Si ellos, los funcionarios –que van de salto en salto, de puesto en puesto, de partido en partido se ufanan de la continuidad, nosotros también: es necesario continuar agrupándose, informándose y luchando para mostrarlesque la palabra la tenemos la mayoría, no ellos.

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