Home » Bicitecleando/Dragas, grúas y obreros

Bicitecleando/Dragas, grúas y obreros

 

Bicitecleando/Dragas, grúas y obreros

Por Tomás Di Bella/Infosavia

 

Me senté, con unas papitas y agua, a admirar el trabajo obreril. Siendo yo de extracción símil, disfruté el trabajo que se hace, día con día, en la avenida más inhóspita del tercer mundo. Cosas de capricho empresarial, y de salarios excelsos. La draga, el retroescavador, la torre de la grúa; y los de a pié: pala, pico, botas enlodadas, manos encalladas, tacos paseados, corazones a los que regresar. La avenida, irrumpida por un plan de los nuevos empresarios, no ha tocado, en lo mínimo, el acceso a la gran empresa de aguas negras, llamada Cocacola. Uno puede no transitar en estas calles nuestras, porque la construcción de un elemento vial con atisbos de negocios futuros, son una exigencia social. Pero ello está a debate. Mientras los pasos que uno da en la calle sean marcados por el progreso, uno no llegará a ningún lugar. El asunto, es que todas las colonias alrededor de esta, dizque transformación urbana, en beneficio del beneficio, no toca con ningún pelo a la gran empresa. Se cierran accesos y háganle como por donde quieran. Pero la salida de camiones de la soda sabrosa no se detiene. Pero además, ve y compra en la esquinita, no la circulación cívica y democrática, sino la botella de tu sabor preferido.

Los obreros son obreros. Le pregunté a uno, con chaleco naranja, pantalón de mezclilla, y casco de la cuarta, llevaba una pala al hombro rumbo a no se sabe dónde: ¿Stas chilo? Pinche ruco, me respondió. Ello da a entender, no sólo que estoy ruco, sino que no se puede dialogar ni siquiera con la gente que trabaja. No anda feliz.

Al otro día asistí a las filas del pagar el predial, nomás pa ver a la gente. Yo no pago predial, ni placas desde hace mucho. Mi ética es que, si tu casa es tu casa, y tu carro es tu carro, el gobierno no tiene injerencia en ello. Pero el concepto de predial y tenencia aún se lo adjudican, como el derecho de pernada, malsana esencia.

Subían las grúas, y olía a mucho petróleo con humo, pero agachaditos, a unos cuantos metros de este desviaje circular caótico, en un predio grande -aquí cerquitas de su casa de usté-, de 20 hectáreas, se construye, vaya usted a saber, algo monumental. La compañía evidente es Cadena, figúrese usted, tantas avalanchas de negocios en carpeta. Uno pasa veloz, y dice en su mente: el progreso. Pero de ¿quiénes?

Imagínense ustedes que tienen un monopolio de la construcción, y que además el pueblo los avala. Yo puedo, como empresario hacer lo que el capital y la gana me dé, y nadie puede impedirlo.

Otro obrero, muy otro, me dijo comiendo su taco, que se siente extranjero en su propio país.

Los comentarios están cerrados.