Por Rosa Espinoza/Infosavia
Línea fronteriza
serpentina infeliz
que no supo de la fiesta.
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En el crepúsculo
larga es la cerca
para el horizonte.
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Se escucha el tren
parvadas de pichones
interrumpen recuerdos.
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Lluvia de verano
el amianto se tiñe de noche
obscuridad que se evapora.
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Las ramas del rosal
se doblan a ritmo
de la tolvanera.
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El musgo de la selva
polvo es
en el desierto.
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Arena volátil cubre la ciudad
luz borrosa
¿alguien abrirá los ojos?
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Caen las hojas
la tarde
se derrama sobre sí.
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Hierba en el baldío
fatuo recuerdo
de humedad.
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Una lámpara retumba:
ciega
persiste la polilla.
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El toronjo florece
el Sol peina sus hojas
dulce es tu sonrisa.
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¿Qué deseo encierra
el sonido estridente
de la chicharra?
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Desierto nublado
como en un sueño
la gente es gris.
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Sol de verano
en las aceras
ni un alma en vilo.
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Silva el viento
música
de lo que somos.
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Los muros arden
una mosca
me espanta el sueño.
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Desde la cima
la ciudad es noche,
paraje estrellado.
•
A través del polvo
apenas veo
la cerca.
