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Bicitecleando/Las llaves de la noche abrirán la primavera

 

Bicitecleando/Las llaves de la noche abrirán la primavera

Por Tomás Di Bella/Infosavia

 

El sol va a caer otra vez, y aún nadie sabe dónde viven, cuáles son sus nombres, a quién pertenecen estas zapatillas, de quién son estos bolsos sin dinero; el sol caerá otra vez y se irá dejando una estela de vergüenza, un manto de coraje y estupor, una rivera de sangre y lágrimas, y aun nadie sabe quiénes son los asesinos, cuál rostro horrible tiene el verdugo, cuántos son los enanos que le ayudan; el día dará paso a la oscuridad y nadie quiere salir de sus habitaciones, de sus túneles o de sus fosas, todos duermen para descansar el cuerpo y sus angustias, aunque el desierto esconda huesos rotos, bajo su arenisca seque la carne, y se calcine la mirada de inocencia. ¿De qué está hecho este país que deja que mutilen a sus hijas y arroja a meandro del olvido a sus obreras? ¿Quiénes son tan campantes en la cúpula, cuáles son sus nombres y dónde viven que son cómplices de la muerte? El sol se irá dejándonos sin luz, y aún las fauces trituran otras manos, se machaca la inocencia sin culpabilidad alguna, y se macera la esperanza sin dejar rastro, mientras se destaza el pecho que nos alimenta, se hace rito de criminal el muslo desnudo, y se blasfema sobre la fertilidad del vientre. Cae el sol huyendo de las tinieblas, y las ciudades se hacen más viejas y decadentes, los oficios no sirven y el dinero se pudre, los frutos de la tierra son veneno, y nadie podrá cantar, bailar o amar, mientras la carne grite por justicia. ¿Quiénes son los jueces que se burlan, el oficial indiferente ante el exterminio? ¿Quién cava las fosas y echa cal a los cuerpos? ¿Quién recibe el dinero que esconde el arma y bendice la tierra que escupe la osamenta? ¿Quién voltea la mirada y sigue con su vida mientras se pudre el espíritu en la ignominia? ¿Quién forjará las llaves de la noche y mostrará el sitio de los muertos? ¿Quién encenderá los cirios de la verdad y señalará a los turbios asesinos? ¿Quién se alzará y dará dignidad a la obrera mancillada? Cada muerta un cardón de espinas en la frente. Cada víctima un alarido en la soledad, cada cuerpo inerte una bofetada a la conciencia, cada violación una burla a la herencia, cada desaparecida una lluvia de sangre sobre tu mesa, cada mutilada una pesadilla sin final.

Cada desaparecida es nuestra muerte.

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