Por Roberto Valero*
Hace poco el Departamento de Aduanas Fronterizas dio a conocer las cifras de cruces a través de los puertos de las Californias.
En este sentido, los flujos crecieron 3.7 por ciento a tasa anual durante el primer bimestre del año. En números absolutos la cifra ascendió a 15 millones 816 mil 845, la cual se ubicó por debajo del registro previo a la pandemia de COVID-19, cuando hubo 17 millones 26 mil 271 de cruces.
Un amigo me comentaba que la lenta recuperación de los cruces y los largos tiempos de espera para cruzar, tendrían una afectación para el comercio vecino del lado norteamericano; sin embargo, la realidad es que han cambiado las condiciones que había antes de la pandemia. Un vistazo a las cifras del comercio gravado muestra que durante la pandemia la única ciudad vecina que se vio afectada fue Caléxico. El Centro incluso subió sus ventas. Ellos se dieron cuenta.
Lo anterior dejó claro que las condiciones del comercio fronterizo han cambiado y las hasta 4 horas para cruzar desde Tijuana o más de 2 por Mexicali tienen sin preocupación a los estadounidenses.
¿Qué pasó?
Un estudio reciente del Centro de Estudios Económicos de Baja California señaló que los cruces posteriores al año 2000 cuando alcanzaron los 128 millones, (algo más de 29 millones por arriba de la cifra actual) no han sido igualados, e incluso hay una tendencia a la baja, lo cual en un principio no se explicaría debido al crecimiento de la población.
Pero esta tendencia es la misma con diferentes niveles en todos los puertos de Baja California.
Un seguimiento a diferentes acontecimientos nos da una explicación para reducción en los cruces.
Luego de los ataques terroristas a Estados Unidos en los que destacan el derrumbe de las Torres Gemelas de Nueva York, se presentó la renovación de miles de visas fronterizas de los bajacalifornianos, quienes de acuerdo con el gobierno norteamericano, el 40% no pudo revalidarla debido a criterios de aprobación más estrictos.
Posteriormente estalló la Gran Recesión económica en el 2007, la cual no solamente encareció las compras para los mexicanos en Estados Unidos, sino que además un numeroso grupo de americanos perdió su patrimonio del lado mexicano, dejando incluso bienes raíces que obtenían a través de prestanombres. Asimismo, hasta la fecha los niveles de turismo norteamericano que había entonces no se han igualado mientras que el pomposamente llamado turismo médico tiene la peor fama desde que existe debido a las numerosas muertes de pacientes estadounidenses.
Viendo la gráfica adjunta se pueden apreciar algunos años en los que parecía repuntar el flujo, pero entonces vino la pandemia y tumbó nuevamente las cifras a mínimos históricos.
Al reanudarse los cruces fronterizos nos encontramos con prolongados tiempos de espera, un periodo largo para programar una cita de renovación u obtención de visa, pero sin duda dos factores se convirtieron en el principal inhibidor de los cruces.
Primero, creció la oferta comercial en el lado mexicano con menores precios que en la Unión Americana debido a la inflación, el huevo por ejemplo ha superado los 7 dólares la cartera.
Y el más importante, la expansión del comercio electrónico. Además de comida y ropa, los fronterizos compraban muchos aparatos electrónicos en Estados Unidos, tales como computadoras, televisores, etcétera, mismos que hoy Amazon o Mercado Libre se los llevan hasta sus hogares incluso con precios menores a los del mercado.
Estados Unidos siempre tendrá su atractivo, pero la relación ha cambiado aunque las autoridades de Baja California, para no variar, no se han enterado.
*Presidente del Centro de Estudios Económicos de Baja California