Home » De en seres/Mi abuela

De en seres/Mi abuela

 

De en seres/Mi abuela

Por Rosa Espinoza

 

De mis dos abuelas tuve la suerte de convivir sólo con una, la paterna. Era una mujer adusta, rebelde, impetuosa. Me dio lecciones de vida importantes sobre el amor propio y la vanidad tan castigada que me hizo revalorar. Cuidaba con esmero sus uñas a tal grado que una enfermedad le hizo padecer molestias en esas puntas filosas en sus dedos. No obstante esa decadencia, nunca dejó de cuidarse, de acicalarse, de quererse. Solía sentarse por un buen tiempo frente a los espejos de su tocador de tres caras. Frotaba su rostro con cremas que aplicaba una por una. Enroscaba con esmero su cabello en pequeños carretes que retiraba poco después para acomodar los rizos con el reverso de su peine hasta levantarlo como un suspiro. Se miraba cada tanto en la luna del tocador con la seriedad de un científico. No sonreía. Después bañaba con laca su cabeza y repasaba sus labios, párpados y pómulos con los mismos pigmentos todos los días y se frotaba el cuello de un perfume que no confundiría nunca si me lo volviera a topar. Miraba ese ritual con particular atención, sentada tras de ella, a la sombra de su belleza, recibiendo lecciones de autocuidado. Elegía con esmero cada una de las prendas que usaría, lo mismo que su bolso y los accesorios que sus orejas, cuello y muñecas cargarían durante el día. Se acicalaba Igual para ir por un kilo de bistec que para el desayuno de sus amigas o la fiesta de cumpleaños de su hermana. Podría sentarme y repetir su ritual y estoy segura que no fallaría. Recuerdo esto una mañana en la que me sorprendí repitiendo sus gestos, acomodando mi cabello y encremando mi rostro, buscando entre mis cosas el atuendo del día. Me gusta reconocer que replico a mi abuela, que repaso su memoria en mí, que sigue viva a pesar del tiempo y que la canción que murmuraba siempre y que nunca he reconocido, resuena mientras barnizo mis uñas o pongo algo de color en mis labios. Mi abuela nunca quiso ser mi madre. Era una mujer que vivía al día y pocas veces me dio lecciones de amor o de vida. Pero aquí está, en estas líneas que huelen a perfume francés, a cremas antiarrugas y Acuanet.

Los comentarios están cerrados.