Por Yolanda Sánchez Ogás
Los altares de muertos son una tradición mexicana de raíces prehispánicas. Antes de que llegaran los españoles, los mexicas creían que quienes morían de muerte natural iban al MICTLAN O SITIO DE LOS MUERTOS. Los que morían ahogados o de alguna enfermedad relacionada con la muerte iban al Tlalocan y los sacrificados y guerreros iban a la Casa del Sol.
En el Mictlan había nueve llanuras y nueve corrientes de agua y entre una y otra había obstáculos como piedras, animales feroces, fuertes vientos que arrastraban navajas y a todo eso se enfrentaba el difunto. Para hacer fácil el traslado de un lugar a otro se mataba un perro, para que los llevara a la orilla. Después de cuatro años de este recorrido, el difunto se perdía para siempre.
Los mexicas llevaban a sus difuntos alcementerio de XICO, pero antes reposaban un tiempo en la isla de MIXQUIC o lugar de muertos. En este lugar todavía se celebra el día de muertos con fastuosidad, en el panteón, las tumbas se convierten en arte; con flores, y semillas hacen sobre las tumbas verdaderas obras de arte.
Con la llegada de los españoles se dio un sincretismo que integró a la ofrenda indígena elementos culturales europeos y algunos de éstos se han conservado hasta la actualidad. Entre estos están las fechas del primero y dos de noviembre; días de Todos Santos y de Muertos, respectivamente.
El primero de noviembre, día de Todos Santos, el altar se dedica a las ánimas de los niños y cuando éstas se van, se coloca la ofrenda para las ánimas de los adultos que vienen a visitarnos. Dentro de la parafernalia de la ofrenda destacan las flores, velas, pan de muerto, frutas, objetos y alimentos que gustaban al difunto.
La ofrenda es símbolo de recuerdo y presencia de las ánimas de los seres queridos, pero son los vivos quienes después del ritual pagano-religiosodisfrutan de las comidas, refrescos, frutas y dulces que se prepararon. La ofrenda se comparte, los vivos degustan lo que dejaron las ánimas, reuniendo nuevamente la vida con el recuerdo de los muertos.
La riqueza y colorido de las ofrendas es tan diversa como la misma diversidad étnica del país, la creatividad de los mexicanos y de la producción de flores, frutos y alimentos de cada región. Es un error creer que todas las ofrendas deben tener necesariamente los mismos elementos. Un ejemplo son los pueblos alrededor del lago de Pátzcuaro, incluida la isla de Janitzio.
“En una noche, del primero al dos de noviembre, recorrimos siete pueblos alrededor de la laguna de Pátzcuaro y en cada uno el festejo era diferente. El gran arco comunal para recordar a todos los difuntos en Janitzio, las ofrendas en las casas, las ceremonias alrededor de las alegres e iluminadas tumbas, los niños con su calabaza pidiendo calaverita, obras teatrales alusivas. Múltiples formas de recordar a los difuntos alrededor de un solo lago”. (YSO)
Es en el medio rural donde más se conserva esta tradición y su importancia es semejante a la de Navidad y Semana Santa. Mientras en algunos pueblos, los altares se hacen en casa, en otros son colocados sobre las tumbas, acompañadas de cantos y velación.
Algunas de las ofrendas más elaboradas y costosas se realizan en Huaquechula e Izúcar, en Puebla. El lunes anterior al dos de noviembre se compran todo tipo de flores; cempasúchil, terciopelo, crisantemos, nube, margaritas, gladiolas, copal. Se compra pan en abundancia; hojaldra, rosquetas, conejos y pan de muerto. Dulces de alfeñique que son de azúcar con clara de
huevo, y todo tipo de frutas que hay en el mercado.
Se preparan los platillos que agradaban al difunto.; pipián, mole, tamales tontos, que son de pura masa con sal, chocolate, cigarros y botellas de aguardiente, cuando son adultos. Los utensilios quese adquieren son sahumerios, velas, candeleros, que se mandan hacer especialmente. Se colocan fotos de los difuntos. Sobre el altar se colocan arcos de donde penderán una gran cantidad de frutas y flores.
Recorrer las ciudades y pueblos del interior del país en fechas cercanas al dos de noviembre es disfrutar del gran colorido de nuestra diversidadcultural, la alegría de compartir, del ingenio de los mexicanos, la belleza y colorido de las calaveras de cerámica. El respeto a las almas de los difuntos se manifiesta en todos los recursos aplicados al altar,en la laboriosidad aplicada a la ofrenda.
Visitar Mixquic, saliendo de la Ciudad de México es una ventura de todo un día. Primero hay que tomar el metro hasta Taxqueña, seguir en el tren ligero hasta Xochimilco, un camión hasta San Pedro Atocpan, otro hasta San Francisco Tecoxpa, al fin se llega a Tláhuac y por allí está el panteón mexica de San Andrés Mixquic.
Las cuatro horas que hicimos de viaje valen la pena. En la calle que llega al panteón hay puestos donde se venden todo tipo de dulces con formas de calaveras. Hay mucha fruta, flores, panes, calaveras de cerámica de todos colores y tamaños. Todo alusivo a la muerte. Puede uno pasarse horas admirando tantos y tan variados productos.
Al entrar al panteón, se ve a las familias cargando todo lo que va a contribuir a adornar la tumba. Es un trabajo familiar, donde todos cargan, acomodan y embellecen, porque cada tumba es una obra de arte. Destacan las figuras de la virgen de Guadalupe y las cruces formadas con pétalos de cempasúchil. Se forman todo tipo de figuras con flores, semillas, veladoras, frutas, panes, comida. Es una fiesta de colores, olores y belleza, de amor a los que ya abandonaron este mundo. (YSO)
La celebración inicia desde el primer día de la tercera semana de octubre. En las casas se coloca una estrella de papel con un foco adentro para señalar el camino a la teyolía (alma) de los difuntos que las visitan. La casa y la tumba se arreglan para que al llegar las ánimas encuentren tranquilidad y reposo. El día dos de noviembre a las ocho de la noche inicia la Alumbrada. Cientos de veladorasiluminan el panteón, creando un bello espectáculo
En Míxquic y en muchas partes de México, la llegada de las almas de los difuntos se convierte en la fiesta de los vivos.
Del Rey Poeta Netzahualcóyotl los poemas ¿’A dónde iremos’? y “Un recuerdo que dejo”
¿A dónde iremos?
¿A dónde iremos
donde la muerte no existe?
Más, ¿Por eso viviré llorando?
Que tu corazón se enderece
Aquí nadie vivirá por siempre
Aun los príncipes a morir vinieron
Los bultos funerarios se queman
Que tu corazón se enderece
Aquí nadie vivirá por siempre.
Un Recuerdo que Dejo
¿Con qué he de irme?
¿Nada dejaré en pos de mí sobre la tierra?
¿Cómo ha de actuar mi corazón?
¿Acaso en vano venimos a vivir,
a brotar sobre la tierra?
Dejemos al menos flores
Dejemos al menos cantos